jueves, 19 de marzo de 2015

Arquitectura ornamental del Museo Palatino de Roma

El Museo Palatino ofrece al público un reducido refugio para un puñado de piezas que merecen ser protegidas de las inclemencias del tiempo. La instalación museística deja mucho que desear, como buena parte de las instalaciones afines anteriores al año 2000, pero en todo caso, merece la pena visitarlo con detenimiento, no sólo porque ofrece unas cuantas esculturas "de bulto" interesantes.




Complementa lo ya mencionado en la entrada del museo de Trajano, dedicado a la primera mitad del siglo I, porque en éste nos ofrecen una selección de obras realizadas inmediatamente después.
Desde mis preocupaciones personales, la selección comienza con una obra para mí muy familiar, de la que había perdido el rastro desde que la fotografíé hace muchos años en el Museo de las Termas. Es un capitel fragmentado que, por fortuna, conserva una de sus caras prácticamente completa. Según mis notas de entonces, el capitel estuvo clasificado en la segunda mitad del siglo I, o principios del siglo II; con esos datos lo incluí en la entrada dedicada a los capiteles andalusíes del siglo IX, porque ofrece una referencia comparable a la fórmula empleada en dos de los del mihrab. Desde aquellos lejanos tiempos parece que ha sufrido alguna leve erosión... En la instalación actual han concretado un poco más la atribución para adjudicarlo a los tiempos de Nerón (54-68), seguramente con argumentos poderosos, aunque ya he comentado en otros momentos los riesgos de forzar tanto las catalogaciones. Está tallado en mármol pantélico, es decir, el mismo con el que se talló lo más substancioso del Partenón o del Olimpeion.
Acredita un virtuosismo y un refinamiento en el tratamiento del mármol comparable al de las mejores esculturas "de bulto". Tipológicamente debemos situarlo entre as variedades corintizantes, para establecer una jalón que orienta varias circunstancias interesantes desde la evolución de la escultura ornamental y, muy especialmente, por la repercusión que ellos tuvieron en la península Ibérica, seguramente durante el siglo II.
Estructuralmente consta de un cesto, perfectamente definido en el labio superior, al que se adhieren una corona de hojas de acanto y los motivos del cuerpo superior sobre el que descasa un ábaco moldurado con perfil de cornisa de tres elementos.
Las hojas de acanto, aún muy dependiente de los modelos naturales, acaso sean uno de los factores que más haya pesado a la hora de retrasar su cronología, aunque conozco otros capiteles con cualidades afines atribuidos a momentos posteriores. El cuerpo superior está definido según el modelo "liriforme", pero con el alarde de virtuosismo que supone duplicar el motivo floral, de 7 y 6 pétalos, y el conjunto de tallos entrelazados. Es destacable el carácter de las "volutas vegetales angulares", de concepción similar a las hojas del cesto, que establecen un jalón para situar la aparición de ciertas formas adjudicadas a los escultores "milagrosos" del siglo IX, que desembocarían en las variedades corintias o corintizantes de volutas vegetales del siglo X.

Capitel atribuido a los tiempos de Neron del Museo Palatino de Roma

Capitel atribuido a los tiempos de Neron del Museo Palatino de Roma, vista lateral

Capitel atribuido a los tiempos de Neron del Museo Palatino de Roma, detalle

Capitel de volutas vegetales reutilizado en el Alcázar de Sevilla
También tiene interés un pequeño capitel de pilastra de orden compuesto, adjudicado a la época flavia (69-96), procedente de la Domus Tiberiana, de tratamiento más sumario, en el que llama la atención la inexistencia de los ornatos intermedios de la parte superior del cesto, que suelen tener los capiteles de este tipo, incluso desde el siglo I (capiteles del Mausoleo de Santa Constanza). No creo que se pueda establecer una pauta evolutiva entre el capitel anterior y éste, seguramente realizado con presupuestos más alambicados. Es destacable la existencia de una modalidad de acanto que pervivirá en la ornamentación arquitectónica romana durante muchos años e, incluso, que se utilizarán como referencia en los primeros años del califato de Abderramán III.

Capitel de pilastra procedente de la Domus Tiberiana

Completan el panorama un conjunto de fragmentos de capitelillos (de chapado), procedentes del palacio imperial, atribuidos a la segunda mitad del siglo II,



miércoles, 18 de marzo de 2015

Cervantes Show

La búsqueda de los huesos de Cervantes ha culminado en el punto de partida, aunque según los medios ultraliberales, el resultado ha sido un éxito clamoroso: "es muy posible" que se hayan localizado los restos del ínclito autor del Quijote, aunque, de momento, sea imposible garantizar "matemáticamente" la fiabilidad de las investigaciones. Algo así como la famosa frase del señor Rajoy: "Todo es falso salvo algunas cosas", pero al revés. Y si preferimos seguir al maestro Chapí, como lo de El rey que rabió: puede que tenga la rabia, puede que no.
Pero nadie debería extrañarse porque los resultados finales se conocían antes de que el grupo interdisciplinar, de probado rigor operativo, empezara los trabajos que recogieron todos los medios para certificar pulcritud científica: por los testimonios documentales, los restos de Cervantes, "debían estar" en el Convento de las Trinitarias... Una vez más, el alarde de rigor enmascara fenómenos surrealistas.
Sólo faltaba que en el proceso de la investigación, apareciera una pista a "lo Indiana Jones"; es decir, un cartel que pusiera "Aquí yacen los restos de don Miguel de Cervantes Saavedra", porque no existía ninguna posibilidad de efectuar pruebas de ADN, dado que no se conoce ningún patrón referencial. No ha aparecido el cartelito, aunque estuvo a punto, pero en términos históricos el problema sigue estando resuelto: ahora sólo queda encontrar los huesos que seguramente compondrían el caldo místico ideal, para que lo saboreen quienes no tienen capacidad para leer El Quijote, porque sólo entienden "la cultura" cuando ofrece opciones de negocio... Ciertamente, a efectos de intereses inmediatos, son mucho más rentable aventuras como ésta que combatir los fenómenos que perturben los procesos educativos.


Teniendo en cuenta la repercusión que el proyecto de investigación ha tenido en los medios propios y foráneos, con ingenuidad calculada, me pregunto si todo el argado no habrá sido una simple campaña de publicidad para compensar las medidas de castigo aplicadas a los diferentes territorios culturales...
Una vez más se cumple la sentencia cínica en versión apócrifa:

"Los creadores de cultura son como los cerdos; se les alimenta con desperdicios, pero cuando mueren, se aprovechan hasta los huesos"

El Mercado de Trajano y el Museo de los Foros Imperiales

Algunos folletos turísticos dicen que el mercado de Trajano fue el primer centro comercial del mundo... de concepción relativamente similar a la de los que, en la actualidad, proliferan allí donde los sistemas de gobierno no prestan atención a los intereses generales... Sin embargo, parece que inicialmente, el complejo arquitectónico, acaso comenzado a construir en tiempos de Domiciano y del que hoy conocemos sólo una parte, tenía funciones administrativas y, sólo eventualmente, comerciales. Pero en todo caso, contando con las reformas de época incierta y con las "restauraciones", acaso sea uno de los conjuntos arquitectónicos donde es más fácil contemplar gran variedad de recursos constructivos de época imperial, algunos de especial significación desde el punto de vista de ciertos problemas arqueológicos hispanos. Es, junto con Pompeya, Ostia, Tívoli y algún otro olvidado lugar, otra enciclopedia de las posibilidades constructivas del opus latericium, modalidad consistente en fundir el opus caementicium con el "entablados" de ladrillo, que actuarían como "encofrados" para conseguir muros de gran elasticidad estructural y, por supuesto, de enorme solidez. Por el exterior, estos muros podrían estar ornados con elementos de mármol o, incluso, enfoscados con mortero de cal y pintados.





La instalación actual, que funde el mercado de Trajano con el Museo de los Foros Imperiales, un espacio de escaso desarrollo espacial, que fue inaugurada en 2007. Está dotado de múltiples recursos (TIC) interactivos de cierto potencial pedagógico, pero con las deficiencias propias de las instalaciones de inclinación escenográfica (iluminación heterogénea, reflejos, etc.). El más interesante: el "dedo mágico", un curioso y divertido sistema para colorear restos envejecidos.
Fundamentalmente. está dedicado a ofrecer un breve pero substancioso repaso por algunos aspectos de  la escultura ornamental de tiempos imperiales; en consecuencia, es un magnífico momento para contemplar cómo fue evolucionando la ornamentación arquitectónica para definir unos modelos que se mantuvieron como referencias durante unos cuantos siglos.

Por razones que el lector imaginará, me han interesado especialmente la "sección" dedicada a los restos de ornamentación aruqitectónica y, sobre todo, los capiteles "corintizantes" de pilastra, con caballos alados ("Pegasos") del templo de Marte Vengador, que dieron continuidad a ciertas corrientes griegas mencionadas en este blog, que se "tradujeron" a las fórmulas etruscas y que se mantuvieron durante muchos años en las edificaciones romanas de especial proyección retórica de toda la geografía mediterránea. Seguramente, desde esas referencias, que fueron reintrepetadas en tiempos bizantinos con cualidades fuertemente estereotipadas, nacieran algunos ejemplos medievales.
Los restos del foro de Augusto, inaugurado en el año 2 a. C. nos permiten advertir cómo fueron interpretadas ciertas fórmulas de la ornamentación griega, siguiendo pautas de contenida creatividad. Tal y como se recoge en los paneles del museo, debemos tener en cuenta que el capitel de la imagen adjunta ha perdido las volutas interiores, tangentes al tallo del florón, apenas testimoniado por la sutil protuberancia marmórea que le unía al ábaco.


También es interesante destacar el tipo de acanto, que dictará norma durante muchos años, hasta la aparición de las modalidades "orientalizantes", de folios mucho más afilados. Asimismo, debo enfatizar la manera de establecer arcos (invertidos) que unen unas hojas con otras, según fórmula que aún aparece en capiteles "evolucionados", como por ejemplo, uno de los conservados en San Juan de Baños y que se mantendrán en algunos capiteles califales.
Tiene especial interés la manera de resolver el cuerpo superior, ocupado por los caballos alados y por los desarrollos vegetales propios de las variedades corintizantes. Es curiosa la tendencia a fundir decoración animada y formas vegetales levemente geometrizadas: las alas de los caballos se funden con un desarrollo vegetal de hojas de acanto, según fórmula más tradicional (más próxima al acanto natural) que la empleada en las hojas del cesto inferior. Esta forma de unir lo vegeta y lo animado se mantendrá de modo continuo en los repertorios ornamentales mediterráneos y occidentales de modo continuo hasta los tiempos del plateresco, cuando menos.
Por sus relaciones con los capiteles de la diócesis de Astorga (capiteles "mozárabes") es destacable una basa fragmentada, que contiene ornato muy similar al collarino "sogueado" o "laureado"de dichos capiteles, perteneciente al templo de Marte Vengador del foro de Augusto (año 2 a. C.)


También ofrecen varios elementos de la fachada del pórtico de Augusto; entre ellos hay un capitel algo dañado con los elementos característicos del orden corintio durante esos años, que podemos contemplar en la fotografía adjunta.


En el entorno delimitado por el conjunto arqueológico, existen varias piezas sueltas, de épocas diversas, entre las que destacan algunos capiteles corintios de los tiempos de Trajano, que ilustran la evolución de los elementos. Aunque la concepción estructural es muy similar y aunque se mantienen muchos elementos ornamentales, se aprecian variaciones significativas, como la forma de los ojales que definen los foliolos que se pliegan sobre el inmediato. Aunque la erosión suele desdibujar algunos matices, también es posible advertir la tendencia a estilizar las hojas de los acantos, que culminarán en "digitaciones" sumamente afiladas, casi como hojas de laurel, propias de los corintios asiáticos.


Como es relativamente frecuente en Europa durante los últimos años, en estos días ofrecen un exposición con la obra de Bruno Liberatore, escultor actual, que a mi juicio propone un "diálogo estético" forzado pero no demasiado molesto.


Para finalizar

Seguramente por razones relacionadas con el lugar donde está la puerta de acceso, relativamente escondida y precedida por una escalera de esas que quitan el resuello, si procedemos de las proximidades de la via de los Foros Imperiales, es uno de los complejos arqueológicos con menores turistas por metro cuadrado y, en consecuencia, de los pocos que aún se puede visitar desahogadamente.

Salvator Rosa o el artista

Si echamos un vistazo a las críticas publicadas, advertiremos enseguida una polarización que podría desorientar al aficionado accidental. En los ambiente extremo-centristas les ha dolido la manera de representar a José de Ribera, como un personaje desagradable, feo, vestido de negro, y ardoroso partidario del "realismo", en contraposición a un Salvator Rosa, caracterizado en términos positivos. De ello han deducido que la obra podría interpretarse como un alegato "antiespañol"... No merecería la pena reseñarlo si no fuera porque desde ello cabría esperar una obra de planteamiento crítico... Y nada más lejos de la realidad.
Bajo la "excusa" del levatamiento popular que tuvo lugar en Nápoles a mediados del siglo XVII, el texto, escrito a finales de los años ochenta, supone cualquier cosa menos un reflexión crítica sobre las relaciones entre las gentes y el poder. Y menos aún sobre lo que denota la alusión a "el artista", porque tampoco es una reflexión sobre los problemas o posibilidades que conectan al artista con la realidad social o política. De ahí que me resulte complicado entender algunos comentarios encelados en postular "la actualidad" de la obras y la relación de Francisco Nieva con Valle-Inclán o, en general, con los escritores "consagrados" de las generaciones anteriores. La continuidad entre Nieva y ellos está sobradamente acreditada por las obras anteriores, que definen aportación relevante a la historia del teatro español...


No discutiré que el texto es, en lo formal, orfebrería "de la buena", pero creo que esa es la única cualidad positiva de la obra, afrontándola desde la expectativas inducidas por los factores mencionados. Y reconozco que, en este caso, me ha parecido innecesario, por decirlo de modo discreto, el ataque a Ribera, aunque sea perfectamente justificable como "licencia de autor", para categorizar lo que conviene a la exposición de la tesis subyacente, del argumento de la obra. Y en ello es donde, a mi juicio, aparece lo más discutible: reivindicar una visión casi "romántica" del arte, hoy, a principios del siglo XXI, cuando éste está más cerca de los valores financieros que de la expresión de sentimientos subjetivos, me parece una ingenuidad en las fronteras del anacronismo. Esa forma de entender la creación artística sólo es comprensible teniendo en cuenta la formación estética del propio Francisco Nieva y sus años como pintor "postista", aquel "movimiento" integrado por personalidades que imaginaron finalizado el ciclo de las vanguardias con las aportaciones surrealistas. Aún haciendo propios muchos de los lemas del Postismo y, en especial, todo lo enfatizado por la propia obra (el sentido del humor, la alegría de vivir, la lucha contra los prejuicios, apostar por las facetas divertidas del arte, el respeto a los diferentes, etc.), creo que ofrecer ese discurso en una función actual, sin ayudar al lector a situarse en el contexto "postista", convierte la obra en un espectáculo fatuo, casi en un vodevil, en el que se diluyen incluso los valores positivos (la riqueza literaria) y del que sólo destaca el "rigor mortis" del realismo español, enfrentado y vencido por un pintor bohemio, que sería más propio en el París de 1900, que en el Nápoles de mediados del siglo XVII, Creo que ni el actual director del Museo del Prado, empeñado en garantizar un disfrute serio y sosegado del arte, se daría por aludido.

Por lo demás, dejando al margen una interpretación muy irregular, en este caso, es de justicia indicar que casi todos los elementos de la representación (dirección, escenografía, vestuario, etc.) me han parecido que merecen nota alta... aunque no sé si ha sido buena idea mantener ambientada la obra en el siglo XVII.

domingo, 15 de marzo de 2015

La via pulchritudinis al borde del colapso.

Pareciera un título sensacionalista si no fuera porque se acerca mucho a lo previsible en un plazo breve; es posible que esta misma primavera la dirección de los Museos Vaticanos tenga que tomar medidas extraordinarias para evitar consecuencias más o menos penosas, no sólo para la conservación de las obras, que son mucho más importantes que las personas. ¿O no?
Cuando la marejada de turistas no ha llegado a la culminación de la temporada alta, ya es difícil recorrer las salas con la tranquilidad implícita en el planteamiento definido por el propio museo:

(...) "Se necesitará tiempo, mucho tiempo, para visitar, entender y recordar todo. Mi deseo (el texto está firmado por el director del museo) es que vuelvan más veces a las colecciones históricas del Papa y que, cada vez, sea un enriquecimiento precioso y una visita inolvidable. No cabe duda de que quien viene por primiera vez, aunque sólo durante una hora, al pasear por los Museos Vaticanos, puede y debe captar su carácter múltiple, variado y, al mismo tiempo, universal. Si al salir de los Museos Vaticanos, que se encuentran a la sombra de la cúpula de San Pedro, habrán percibido el respeto, la atención y el interés histórico de la Iglesia de Roma hacia el Arte de todas las épocas y en todas sus formas, hacia todo lo que ha salido, durante los siglos, de las manos del "homo faber", único ejemplo que lo hace semejante a Dios Creador, la visita no habrá sido inútil. Habrán comprendido lo esencial: es decir que los Museos Vaticanos representan la identidad de la Iglesia Católica, y con su peculiaridad plural y universal, expresan la historia y su destino. ¡Bienvenidos, pues, estimados visitantes! Espero que disfruten de una visita inolvidable y provechosa. A cada uno de ustedes les deseo un recorrido por los Museos Vaticanos que represente un itinerario intelectual y espiritual a lo largo del camino que Benedicto XVI llama "via pulchritudinis", la vía de la Belleza. "


De hecho, hace más de un año, cuando se hicieron públicas las cifras de visitantes del año 2013 (cerca de 5 millones), fuentes del propio Vaticano se mostraron preocupadas por la imposibilidad de ofrecer una experiencia estética razonable... Sin embargo, no parece que hayan sido muy diligentes, puesto que los gestores vaticanos parecen haber han tomado ejemplo de la estrategia pasiva de los actuales gestores del Museo del Prado. También aquí las penalidades purificadoras comienzan en ese rito de transición que denominamos "cola"....
Se pueden sacar entradas de tres formas diferentes: a través la agencia de viajes, reservando por internet o adquiriendo directamente la entrada en las taquillas. Obviamente, los gestores otorgan prioridad a los dos primeros grupos y, en consecuencia, llegar al majestuoso hall se convierte en un viacrucis que puede tener a los diletantes entre dos y tres horas cubriendo estaciones a la sombra de las muy prepotentes murallas vaticanas. Las horas de preparación y agonía para la plenitud posterior trascurren entre el viale Vaticano y la via Leone IV; supongo que en temporada alta, la acumulación de turistas podría llegar a colapsar la Plaza del Risorgimento, nudo comunicaciones importante de la capital italiana. Es imposible determinar el tiempo exacto de espera, pero en todo caso es suficiente para afrontar los retos de una experiencia tan sublime como la proporcionada por la Capilla Sixtina, porque es sabido que dichas experiencias se afrontan mejor con los músculos y los huesos macerados
Acaso por ello, se advierta una peculiaridad relativamente anómala en estas instituciones: en el viale Vaticano prevalecen personas más jóvenes de lo que encontraríamos ante el Museo del Prado y orientales, muchos orientales que, como es sabido, son más resistentes a las nóminas bajas y a las penalidades físicas.
En el tedioso y ensimismado ambiente de espera, recogen sus frutos "agentes" de agencias que garantizan acceso inmediato al Templo sumándose a los grupos que entran para hacer visitas guiadas, por supuesto, con un substancial incremento de minuta... La picaresca no se detiene ni a las puertas de los templos, especialmente, ni a las puertas del Templo.
Supongo que más tarde o más temprano y aunque parezca paradójico, se impondrá el pragmatismo de la diplomacia vaticana, se planteará el problema y se resolverá racionalmente; por fortuna, dada la configuración de las salas actuales y dadas las posibilidades del entorno sacro-palaciego y, más concretamente del "Patio de la Piña", la solución ha de ser más sencilla que en el Louvre.

Por fortuna, aún son posibles experiencias para descreídos y se pueden contemplar con cierta tranquilidad las obras del Octágono, aunque no sé si esa situación se mantendrá por muchos días durante este mismo año... El Laooconte seguía esperando el regreso penitente de Lessing por atreverse a enfatizar las diferencias entre pintura y poesís... sin despertar especialmente la atención de los turistas, acaso obsesionados por llegar a la Capilla Sixtina, que es el destino priorizado por casi todas las señales y por un plano que ofrecen a la entrada y que no sé si está concebido para ayudar al turista o para complicarle la vida.
Por ventura, los gestores de los museos vaticanos no han tomado ejemplo del Museo del Prado ni de las ideas del arcipreste de Santa María de Lebeña, y continúan consintiendo la realización de fotografías, por supuesto, sin el uso de trípodes, flashes ni "palos de selfie", salvo en la Capilla Sixtina...

Apolo de Belvedere, detalle
El aspecto museístico

Los Museos Vaticanos continúan siendo el desastre que recuerdo de cuando era posible visitarlo sin hacer cola salvo cuando llegaban las "turbas" de los cruceros y de cuando, en otras circunstancias personales, me era posible traspasar las fronteras que ponen a los turistas. ¡Qué tiempos aquellos!. Las reformas "recientes", acaso concebidas para conseguir fluidez circulatoria, no creo que hayan tenido en cuenta un crecimiento tan radical de la cifra de visitantes. Parece claro que para que los visitantes acudan masivamente a un museo no es imprescindible, ni tan siquiera necesario, que ofrezca unas instalaciones modélicas; lo más relevante es que ofrezca "cosas" mitificadas.
Entre lo más discutible de la instalación museística está, obviamente, el planteamiento divulgativo, demasiado irregular y, en algunos casos, sesgado hacia la función pastoral, que parecen algo forzados teniendo en cuenta el perfil dominante de quienes paseamos por sus salas. La inmensa mayoría de las piezas ofrecen cartelas con escasa o nula información; apenas están aceptablemente documentadas las más relevantes. En ese sentido, destaca la "zona" Chiaramonti, que más parece almacén de chmarilero del siglo XVIII que museo del siglo XXI; comprendo que tenga cierto interés mantener ciertas instalaciones por su valor histórico, pero muchas de las obras expuestas requieren aclaraciones que permitan compensar las alteraciones no siempre "bien" justificadas. Los celosos conservadores vaticanos no se imitaron enmendar a la plana a Miguel Ángel...
Tampoco parece muy cuidada la climatización, que recuerda fórmulas rusas: cuando hace frío se cierran las ventanas; en verano, se abren...
Las instalaciones complementarias de los Museos Vaticanos, diseñadas al margen de la crítica evangélica a los mercaderes del templo, parecen concebidas para que el turista se deje el dinero con las menos contrapartidas posibles: los recuerdos (incluso los religiosos) me parecieron caros; el restaurante, manifiestamente mejorable y con precios comparables a los que ofrece la mayor parte de los restaurantes romanos para turistas...


Aunque desde "siempre", algunas zonas ofrecían ciertas acumulaciones de público, no recuerdo nada parecido a lo observado hace poco en la "sala de los mapas", donde los visitantes se acumulaban en circunstancias comparables a los tumultos de las horas punta en el metro de cualquier gran ciudad.
Más pronto que tarde los gestores estarán obligados a cambiar el actual planteamiento, concebido para que los visitantes den un paseo por las salas de las diversas secciones y finalicen en la Capilla Sixtina, por otro más abierto. Para ello deberán encontrar alguna fórmula para diversificar las referencias míticas, acaso replanteando el modo de ofrecer las obras del Octágono... Y no sé si ello es posible en poco tiempo.
El "rito estético" que, tras las horas de penitencia permite recorrer el camino que conduce al clímax de la Capilla Sixtina, toca a su fin, aunque este espacio, que pretende emular al Templo de Salomón, seguirá siendo lo que hoy es: santuario de frescos más celebrados y notorios del arte occidental, aquellos que condensan la culminación de los paradigmas culturales y formales del Renacimiento, según éstos fueron entendidos e interpretados en el ambiente de Julio II. Ante ellos se sigue celebrando uno de los ritos más importantes de la Iglesia Católica: la elección papas. Pero no sé si existe oposición o confrontación dialéctica entre unos ritos y otros, porque acaso ambos fenómenos responden a las mismas necesidades psicológicas del ser humano.


¿Calidad pictórica?

Paradógicamente, las pinturas fueron realizadas por un escultor...  Contemplado el asunto con un poco de malicia, se "comprende" que El Greco juzgara a Miguel Ángel como un pintor de escasos recursos, por decirlo con poca acritud... Por fortuna, casi todos los actuales visitantes de los Museos Vaticanos y los príncipes de la Iglesia tienen mayor formación pictórica que El Greco y saben apreciar las bondades de su peculiar manera de interpretar la escenografía católica... Lo importante no es la calidad pictórica, sino la potencia mítica. Con 500 años de distancia, aún sorprende que los prelados pensaran en un escultor para hacer un trabajo de pintura... o no tanto: acaso fuera más adecuado contar con un escultor si lo que se pretendía era conseguir un efecto volumétrico, es decir, que reforzara la percepción espacial de la representación (es decir, la capacidad de transmitir "verosimilitud"). De otro modo se entendería mal una composición como la del Juicio Final, dominada por un abigarramiento más propio del mundo medieval que de las concepciones derivadas del magisterio de los pintores del Cincuecento; y no creo que los méritos deriven exclusivamente del tamaño y de la dificultad intrínseca del fresco porque en arte la valoración suele depender del perfil ideológico de quién lo emite. A lo mejor mi apreciación está equivocada, pero el Juicio Final no me parece la culminación del Renacimiento (ese honor podría corresponder a la obra escultórica de Miguel Ángel y a las mejores de Tiziano) sino todo lo contrario, el reflejo de la voluntad de los príncipes católicos por imponer a sus servidores que emplearan los "nuevos conocimientos", para ponerlos al servicio de los principios que siempre habían impuesto a los fieles; no puede ser una casualidad que encargaran a Miguel Ángel un programa iconográfico similar a los empleados en las iglesias románicas y, sobre todo, en las góticas, derivado de concepciones cosmogónicas asociadas a las creencias tradicionales. También aquí emerge la contradicción entre las ideas generadas por el desarrollo humanista y las categorías filosóficas y teológicas (Marsilio Ficino y Pico della Mirandola), vinculadas a las formas de poder heredadas de la Edad Media, desde las que se construyeron ciertas formas de expresión estética.
Por otra parte, comparar la obra escultórica de Miguel Ángel con la Capilla Sixtina induce sentimientos desconcertantes. Colocarla junto a las "estancias de Rafael", las obras de Tiziano o de cualquier buen pintor del siglo XVI, aún acentúa el desconcierto. Obviamente no es lo mismo pintar al fresco que sobre caballete pero... A pesar del virtuosismo en el tratamiento de los escorzos, en los frescos del Juicio Final no existe integración compositiva ni proyectiva;  la ordenación espacial no consigue resultados verosímiles a salvo de que nos coloquemos en puntos muy concretos... En suma, contando con los incuestionables valores humanistas, substanciados en los desnudos, la obra se aproxima demasiado a las concepciones flamencas de la centuria anterior y no sé si "por arriba" o "por abajo", pero en todo caso ofreciendo un esfuerzo desmedido por mantener la vinculación entre la pintura y los textos religiosos, es decir, por cristianizar la sentencia de Horacio: pictura ut poesis. Y todo ello cuando la práctica pictórica empezaban a vislumbrar las diferencias "operativas" entre texto e imagen; tan sólo 30 años después del fin de los trabajos nacería Caravaggio...


Con independencia de esas reflexiones, que añaden poco o nada a las cualidades de la obra, es obvio que, en la actualidad, la pintura de Miguel Ángel activa una mitificación más poderosa y de mayor anuencia social que los valores religiosos tradicionales contenidos en ella. Me hizo gracia advertir el celo de los vigilantes por evitar que los visitantes realizaran fotografías, como ante el Guernica, y como si el hecho de robar una imagen de ese Sancta Sanctorum, donde confluyen los valores más profundos del catolicismo y de nuestro actual credo estético, fuera un sacrilegio insoportable. ¿Creerán que si se hacen muchas fotografías las obras perderán sus respectivos espíritus?

Otras cosas

Desde mis intereses "personales", ya acreditados ante tan ilustre institución desde hace muchos años, debo confesar que entre las partes mejor "museadas" deben contarse las piezas del primer arte cristiano, magníficamente acreditadas por una colección de sarcófagos, ofrecidos al público con la información suficiente para "entender" el origen de la iconografía cristina. Recordando asuntos tratados en otras entradas de este blog, me parece oportuno destacar la lápida adjunta, que acredita el uso de laureas en tiempos cristianos, dando continuidad a una costumbre conocida desde época griega y, por supuesto, continuada en el Pleno Imperio.


En el capítulo de la ornamentación arquitectónica, me consta que el Vaticano conserva una importantísima colección: de entre los que es posible ver en los Museos (patio de la Piña), me gustaría destacar los "heterodoxos", que ofrecen un repertorio relativamente variada de fórmulas ornamentales y estructurales, probablemente del siglo I todos ellos, que ilustran una situación menos monolítica de lo que se podría deducir de los comentarios exageradamente precisos emitidos por los especialistas en estos asuntos. Si hubieran aparecido en la mezquita mayor de Córdoba, acaso éstos hubieran sido atribuidos a los talleres "milagrosos" del siglo IX...







Para finalizar

Los Museos Vaticanos seguramente poseen una de las colecciones artísticas más importantes del mundo y, en consecuencia, debieran ofrecer unas instalaciones que estuvieran a la altura de esa cualidad, incluso aunque los turistas no lo demanden ni sea conveniente para el rendimiento económico. Cuando sea imprescindible replantear su diseño museístico, se abrirá una posibilidad que, a mi juicio, no debería despreciarse y que, tal vez, debiera hacerse extensiva a la propia basílica de San Pedro, que también participa del mismo desequilibrio entre las posibilidades impuestas por la actual gestión y el incremento creciente de visitantes. A causa de los sistemas de seguridad que imponen a los turistas, las colas para entrar en la basílica recorren la columnata de Bernini prácticamente por completo. ¿Cuánto tiempo transcurrirá hasta que esta cola, que de momento se mueve con diligencia, se convierta en otro viacrucis?

sábado, 14 de marzo de 2015

Experiencia museística singular en el museo de Ciudad Real

Hace unos días se nos ocurrió dar una vuelta por Ciudad Real, por ver si, como dicen, es la ciudad más desangelada de España  (obviamente, lo dicen de otro modo). No puedo dar fe positiva ni negativa de un juicio tan poco prudente, pero me permitiré dejar testimonio de una experiencia museística de esas que garantizan la peculiar idiosincrasia de la sociedad española...
El museo de Ciudad Real está configurado mediante dos sedes, que materializan la tradicional separación entre arqueología y bellas artes. La primera ocupa un edificio de concepción arquitectónica poco afortunada y, como los fondos arqueológicos deben ser escasos, lo han “completado” con una sección de paleontología, que define lo más espectacular del conjunto.


Desde mis “manías”, apenas encontré otra cosa que un capitel romano muy erosionado, con la superficie del ábaco ahuecada, procedente de Villa de Puente de la Olmilla (Albaladejo). Conserva la estructura habitual entre los de orden corintio: no tiene collarino pero el labio superior del cesto está muy marcado; consta de dos coronas de hojas de acanto de diseño tosco, que se repite en el resto de lo apreciable (debió ser capitel “entrego” porque parte del capitel carece de talla fina). Aunque han desaparecido las zonas angulares exteriores, aún se aprecia el diseño de los conjuntos “interiores”, que ofrecen amplio cáliz y volutas de escaso desarrollo. Todo ello nos remite a fórmulas posteriores al año 50 d. C. , pero no muy alejadas de esa época. A mi juicio, lo más probable es que fuera tallado entre finales del siglo I y principios del II.
También cuentan con varios restos adjudicados a “época visigoda”, que, como de costumbre, debemos relacionar con la implantación del cristianismo más que con “las invasiones”. No es relevante la fase islámica, escasamente acreditada por algunos restos sueltos y por una puerta aparecida a principios del siglo XX. La cartela dice:
“Portada mudéjar. Procedente de la Aljama (barrio judío) de Ciudad Real y durante mucho tiempo se ha tenido como portada de la Sinagoga sin que sea posible confirmar ese extremo. Aparecida en 1915 en la c/ Libertad, frente al barrio Vicente Galiana”. 
Entiendo que acaso fuera buena idea para un museo arqueológico, acotar el uso del término “aljama”, con un poco más de precisión que el DRAE… 
Los pocos visitantes que había, se repartían por la zona paleontológica, donde los miembros de un grupo familiar se hacían fotografías entre "dinosaurios"...


La sección de Bellas Artes ocupa el antiguo convento de la Merced, transformado en Instituto durante el siglo XIX y remozado recientemente para adquirir una función expositiva, como de costumbre, condicionada por un diseño "escénico" poco acorde con la "neutralidad" que debería tener un museo para no modificar substancialmente la percepción las obras. Por lo demás... No creo que el planteamiento expositivo determine paradigma... 
Contiene obras de interés irregular que prefiero no valorar con excesivo detalle. Pero no me resisto a ofrecer una leve indicación sobre un cartel relacionado con Miguel Herrero, que explicaba su reconocimiento allá por los años sesenta del siglo XX, y que de mano de un reportaje de Sábado Gráfico (diciembre de 1966), dibujaba una situación demasiado alejada en el tiempo y en el espacio:

"Tres mil personas, ni más ni menos, desfilaron por “Da Vinci” el día que se inauguró la sala con “expo” de Miguel Herrero. El pintor llegó hora y media después de la apertura. Justamente cuando el tumulto estaba organizado. Una dama, iracunda, le dijo: “Oiga usted: si quiere entrar haga cola, como todos.” Un ladronzuelo, romántico él, descolgó uno d elos estupendos toreros de Miguel y quiso llevárselo. M.H. lo descubrió. Comprobó que era un verdadero aficionado a la pintura, y no solamente renunció al escándalo, sino que le prometió un apunte si volvía por la “mostra”. A las cinco horas de exposición había comprometido ya el ochenta por ciento de sus cuadros. J.K. Latorre decía, y con razón: Miguel, así conseguirás que hablen mal de ti todos los pintores. No te soportarán el éxito ni las ventas.” Y es que, salvo en las “mostras” monstruo de Picasso, nadie convoca más público ni tan importantes gentes como el fabuloso, universal y grande de nuestra pintura: M. Herrero”.

Joseph Kosuth había propuesto su One and Three Chairs en 1965. Contemplado el asunto desde nuestros días, no sé si da pena o risa una valoración tan alejada de la realidad cultural de mediados de los sesenta, cuando se estaban decantando fenómenos de gran calado, que modificaron substancialmente la línea evolutiva definida tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Así de desconcertados estábamos: en plena ebullición callejera, M. Herrero apostaba por un tipo de pintura relativamente próximo al idealismo bizantino, del que años después beberá cierto pintor, cuyo nombre no he olvidado, de fuerte sesgo dogmático...

M. Herrero, Dama bizantina, 1969
La visita por la sección de bellas artes fue sumamente cómoda porque no había nadie...
Entre paréntesis: al entrar, nos indicaron que no se podían hacer fotografías salvo en la zona de M. Herrero.

La experiencia museística singular

Como suele ser relativamente frecuente en museos de la mitad sur de España, volvió a plantearse un problema al que ya he aludido en otras ocasiones en este blog. Al parecer, los gestores de Castilla-La Mancha no han integrado en sus reglamentos el espíritu ni la letra del artículo 104 de la Ley Orgánica 2/2006 de Educación (apartado 3), que exime a los docentes del pago de la entrada a museos de titularidad pública:

"Dada la exigencia de formación permanente del profesorado y la necesidad de actualización, innovación e investigación que acompaña a la función docente, el profesorado debidamente acreditado dispondrá de acceso gratuito a las bibliotecas y museos dependientes de los poderes públicos. Asimismo, podrán hacer uso de los servicios de préstamo de libros y otros materiales que ofrezcan dichas bibliotecas. A tal fin, los directores de los centros educativos facilitarán al profesorado la acreditación correspondiente."

Por sugerencia de la persona que nos atendió, indiqué en unas líneas el contenido de dicho artículo en una hoja de sugerencias o reclamaciones que nos ofreció. Pocos días después, recibí en mi domicilio un correo certificado con acuse de recibo, en el que se me indicaba:

"Contestando a su reclamación de 14 de febrero en su visita a un Museo de Castilla-La Mancha, no cita cuál, hemos de comunicarle que el precio de entrada a los Museos se rige por la Ley Orden de 28/01/2014, de la Conserjería de Educación, Cultura y Deportes, reguladora de los precios públicos de los museos, archivos y bibliotecas gestionados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. [2014/1360]"

Y continuaba recogiendo el artículo 4, alusivo a las "exenciones y bonificación del pago de entrada a los museos", que obviamente, no recogían lo indicado en el artículo 104 de la Ley Orgánica 2/2006, promulgada 8 años antes. Están exentos de pago los pensionistas, los parados y los miembros de las asociaciones de Amigos de los Museos; asimismo, es gratuita la entrada los días 18 de mayo (día Internacional de los Museos) y el 31 de mayo (día de Castilla-La Mancha). La carta, aparentemente redactada por un "servicio de consultas",venía sellada pero sin firma.
Aunque en puridad jurídica, creo que las leyes regionales no tienen por qué subordinarse estrictamente a las Leyes Orgánicas, me pregunto si no sería razonable que, dado el carácter de éstas, todas las autoridades, ya fueran regionales o locales, se sometieran a ellas, aunque sólo fuera por no dar la imagen de reinos taifas que en ocasiones ofrecen las administraciones autonómicas. Y es que, dejando al margen consideraciones perversas, esta circunstancia "sorprendente" seguramente sólo tiene una razón: quién redactó la ley regional desconocía el contenido de la Ley Orgánica y, de acuerdo con los principios políticos que parecen regir en este país, a pesar del refrán popular, es más sabio disimular yerros que reconocerlos.
También me sorprendió que en la carta me advirtieran que no indiqué el museo al que me refería... Reconozco que no presté mucha atención a rellenar la hoja de sugerencias y reclamaciones, pero me parece extraño que el papel llegara al servicio de consultas de la Conserjería de Educación, Cultura y Deportes sin remite...
En todo caso, creo que no tiene ningún sentido cobrar por visitar museos como éste, que en la actualidad, son poco atractivos para el público...

Balance

Más allá de la anécdota de fondo institucional "cutre", sería exagerado decir que Ciudad Real es una de las ciudades más atractivas de España; no obstante, es de justicia reconocer que es agradable de pasearla y que, al menos, cuenta con un restaurante donde se come magníficamente a un precio muy razonable. Por lo demás, acaso interese al lector aficionado a los asuntos estéticos que cuenta con otro museo, dedicado a la obra de Manuel López-Villaseñor, alojado sobre la casa natal de Hernán Pérez del Pulgar... Sólo para quienes se consideren próximos a los matices existencialistas y pesimistas de la pintura académica española (madrileña) del tercer cuarto del siglo XX. No permiten hacer fotografías.

lunes, 2 de marzo de 2015

El imperio de la veladura

Mapfre lleva algún tiempo ofreciendo exposiciones en su “sala Recoletos” con gran éxito de público y, por supuesto, también con el reconocimiento de los medios de comunicación, siempre elogiosos con tan desinteresada labor de divulgación estética; en ocasiones, dicha sede ofrecía los conjuntos estéticos más relevantes de la capital… Y sin embargo, basta darse una vuelta por las salas de dicha institución para advertir algunas anomalías mencionadas en este blog; la más importante, a mi juicio, la altura de algunas salas, insuficiente para iluminar las obras, que se convierten en molestos reflectores; el resultado es particularmente nefasto cuando el tamaño de las obras acentúa ese efecto.
Sin embargo, los visitantes, en inmensa mayoría mayores de 50 años, disfrutaban de lo lindo... Ante un desnudo femenino, un señor de más de 65 años comentaba en voz alta que los personajes no tenían juanetes. Un anciano nervioso, que entró en la exposición con lápices y un cuaderno DIN A3, se movía por las salas con vicacidad, como si buscara algo para copiar; sin embargo, minutos después continuaba deambulaba deteniéndose a charlar con quien le prestara atención. La gente se arremolinaba ante los desnudos más sensuales, para poner de manifiesto, una vez más, el éxito “estético” de ciertos tipos de imágenes construidas bajo el imperio de la veladura...


Me han hecho sonreír muchos de los paneles y, sobre todo, la indicación introductoria publicada en la página web:

A lo largo del siglo XIX, el Salón de París exponía de manera preferente las pinturas académicas, realizadas según los grandes géneros de la pintura tradicional: la historia, la mitología, la religión o el retrato. Todos ellos respondían a la norma del buen gusto artístico, dictado por la Academia de Bellas Artes de París, que sentaba sus bases en el estudio del desnudo, la corrección estilística, el dominio del dibujo sobre el color y el equilibro de las composiciones.
Los artistas académicos han sido vistos tradicionalmente como contrapeso del arte realista e impresionista, aquel que acabaría desembocando directamente en las vanguardias del siglo XX. Hoy podemos decir sin embargo, que pintores como Jean-Léon Gérôme, Alexandre Cabanel, o William Bouguereau trataron de modernizar la tradición académica desde dentro, haciendo evolucionar el género,  y dando nuevas respuestas a la sociedad burguesa entonces en irrefrenable progresión, dentro de un mundo,  también, en continua transformación y cambio.
Propuestas como El canto del cisne resultan una novedad en el panorama internacional; la exposición presenta por vez primera una selección de las grandes obras de los pintores académicos en los salones parisinos del siglo XIX, poniendo de manifiesto que este tipo de pintura, espléndida y refinada, heredera de la tradición, representa una de las páginas más brillantes de la historia del arte. El recorrido por la muestra ofrece una ordenación por géneros, similar a las consideraciones del propio Salón de París, lo que pone de relieve su ambivalencia: su capacidad de dialogar con la tradición y dar, a la vez, expresión artística a los cambios y tendencias de su tiempo.

Hermosa manera de acotar lo que, a partir de un momento indeterminado próximo al 1.900, comenzó a considerarse artesanía. Sin embargo, la aceptación de esa idea en los ambientes bien informados no fue inmediata: aún hoy son numerosos quienes, dentro de los ambientes de formación estética elevada, consideran que la aparición de las vanguardias no cerró las posibilidades de las corrientes académicas. De hecho, la mayor parte de los creadores del siglo XX mantuvieron casi todos los "principios" académicos que superposieron a las formas creativas substanciadas por las vanguardias. A partir de 1912 muchos creadores trabajaron según "la fórmula cubista" aplicando criterios de valoración estética idénticos a los dictados por las "Academias", por supuesto, sin voluntad de verosimilitud. Matisse lo explicó perfectamente cuando definió su particular manera de entender la "expresividad" y otro tanto sucedió y sigue sucediendo con quienes, a partir de su magisterio, continúan "enseñando" a pintar como los expresionistas abstractos, a trabajar en poéticas (procesos) objetuales o a diseñar como los minimalistas o, incluso, como los artistas posmodernos o pos-posmodernos. Lo explicó perfectamente Bonio Oliva hace muchos años...
En todo caso, dejando a un lado la situación de quienes tienen elevada formación específica, aunque durante el siglo XX, el desarrollo estético sobrepasó algunos planteamientos de las academias decimonónicas, siguen siendo muy numerosos quienes conservan entre sus valores culturales una suerte de vulgarización de las ideas académicas, categorizable con una ecuación que ya he mencionado en este blog en varias ocasiones:

arte = belleza (“bonito”)+ habilidad manual +verosimilitud

Para regocijo de clientes del Imserso, mayoritarios entre la concurrencia, y de ciertos diletantes, ahí estaba La source, aquella obra que sirvió a R. Arnheim para sintetizar la idea de tensión visual y que, por su naturaleza y cualidades formales, debería infundir prudencia a quienes, desde la paradójica sacralización de R. Berthes, entienden el proceso histórico que culminó en las vanguardias, como un camino irreversible e irrenunciable, para los partidarios del progreso cultural. Francamente, cada vez tengo menos claro que dicho camino haya cumplido los requisitos mínimos de lo que la idea de “progreso” supone. Y no lo tengo claro por una circunstancia marginada por los mandarines oficiales: los presupuestos estéticos desarrollados en paralelo al arte de vanguardia apenas son aceptados y compartidos por quienes “viven” de ellos.

domingo, 1 de marzo de 2015

ARCO 2015

ARCO2015 ha cerrado sus puertas con las acostumbradas "buenas noticias", que hablan sobre la "recuperación" del mercado del arte, perfectamente acreditado por el volumen de negocio... Lo de siempre. Entre los datos más o menos claros destaca que el MNCARS se ha gstado 348.884 euros de los contribuyentes en adquirir 26 obras substanciales para explicar el desarrollo estético de los círculos próximos a "los expertos" españoles. Al menos, eso estoy obligado a creer...
Según ABC:

"El Museo Reina Sofía ha adquirido 26 obras en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) 2015, con un valor global de 348.884 euros, pertenecientes a doce artistas entre los que se encuentran los españoles Nacho Criado, Luis Castellanos, Pep Duran, Fernando Sinaga y Julia Spínola.
A estos se unen los nombres de Eric Baudelaire (EE.UU.), Miriam Cahn (Suiza), Harun Farocki (Checoslovaquia), Beatriz González (Colombia), Dura Maurer (Budapest), Leticia Parente (Brasil) y Mladen Stilinovic (Belgrado).
Entre las obras adquiridas, la mayoría de ellas en galerías españolas, hay pinturas, dibujos, obras sobre papel, instalaciones, vídeos y fotografías, según ha anunciado el museo en un comunicado."


Este vaso es "otro" vaso
¿Quién no conoce la deslumbrante calidad de las obras de Eric Baudelaire? ¿Y la majestuosidad poética e insondable de las de Miriam Cahn? Los habitantes de Culturburgo han alabado las aportaciones en el desarrollo de la expresión visual y referencial de Harun Farocki, de tantas implicaciones rizomáticas. Por no hablar de Beatriz González, de múltiples concomitancias con ciertas corrientes arraigadas incluso en... Málaga. Reconozco que no he visto nada de Dura Maures, pero ha sido elegido/a por las autoridades culturales españolas, habrá razones sobradas, que sobrepasa mis limitaciones. Las imágenes de Leticia Parante continúan con las muy celebradas corrientes que nos remiten a la infinita sagacidad del círculo de Viena y, sólo por ello, merece un lugar muy destacado en el antiguo hospital madrileño; aunque no sé si será el lugar más adecuado. Otro tanto se puede decir de la aportación de Mladen Stilinovic, absolutamente imprescindible para comprender las obras de tantos jóvenes creadores conceptuales españoles...
Pero lo que más han destacado los medios ha sido el vaso medio lleno-medio vacío y, sobre todo la terrible noticia, que relaciona Madrid con los laberintos diabólicos de Oriente Medio: según recoge Revista de Arte, un alevín de dudosa proyección futura, en un descuido de sus padres, que no lo habían educado adecuadamente, destruyó una importantísima obra de Adriana Marmorek; la obra estaba valorada en 6.000 $, que seguramente deberán abonar aquellos... Les habría salido más barato comprar el libro de Luis Racionero (Los tiburones del arte, cuyo título activa recuerdos próximos) y apuntarse al cada vez más numeroso club de quienes se pasan por el forro todo postureo y creen que el arte contemporáneo, tal y como lo definen los "expertos", es otro asunto de "casta".