sábado, 11 de abril de 2015

Un paseo por el Museu del Disseny de Barcelona

El edificio, inaugurado recientemente en la zona de Glories, es un diseño de MBM ARQUITECTES, formado por Josep Martorell, Oriol Bohigas, David Mackay, Oriol Capdevila y Francesc Gual, elegido por concurso público convocado por el Ayuntamiento de Barcelona en 2001.
La concepción estructural define dos zonas: los sótanos, prácticamente imperceptibles desde el exterior, y la zona visible, confeccionada según una estructura de amplios voladizos, acaso pensados para compensar la contundencia vertical del gran falo (Torre Agbar) de Jean Nouvel, que se justifica como homenaje a la verticalidad de la arquitectura más específicamente catalana de Gaudí. Contando con ese juego con el entorno y contemplado por el exterior, el edificio de MBM ofrece un contrapunto bien compensado, pero algo deslucido, acaso condicionado por los efectos perceptivos que imponen los voladizos cuando no proporcionan un resultado espectacular. Para estar soportado mediante estructura metálica, proporciona al viandante formas comparables a los alardes en voladizo de los tiempos "brutalistas". Cuando nos acercábamos a sus puertas me acordé del edificio de la Brunel University que empleó Kubrick para materializar visualmente al Instituto Ludovico. Acaso el diseño del Museo de Disseny pueda ser calificado como elegante, pero ofrece una estampa más amenazante que llamativa y no sé si ello es una buena cualidad para un museo actual...


Por el interior nos encontramos con un museo de concepción "moderna" (actual) pero sin forzar la dependencia de las nuevas tecnologías. En ese sentido, las instalaciones me han parecido modélicas y sólo forzando el juicio, podría destacar la falta de zonas de descanso en el interior de las salas y algún vicio que algunos juzgarán virtud, como el exceso de voluntad pedagógica y las concesiones "populistas". Me hizo gracia el énfasis en la catalanidad del minipimer... Por lo demás... Vitrinas bien concebidas, buena iluminación, incluso en las zonas de telas y de diseño de moda; escasos reflejos, cartelas claras, espacios amplios y agradables, magnífica comunicación vertical mediante escaleras mecánicas, buenos servicios... En suma, nota alta en la concepción museográfica. Me ha parecido muy oportuno el compromiso de la instalación con la naturaleza del museo y me gustado especialmente la idea de colocar en las áreas de descanso bancos que también encontramos entre el material exhibido y también los expositores colgados de la zona de diseño gráfico.



Frente al aspecto museográfico, entiendo que lo más discutible está en la concepción museológica... No hace mucho, incluimos en este blog un comentario destinado a celebrar la apertura del Museo del Dissseny. Según la página del museo,

"El Museu del Disseny de Barcelona es el museo de las artes del objeto y del diseño, producto de la integración de las colecciones del Museu de les Arts Decoratives (artes decorativas y diseño industrial), el Museu de Ceràmica (cerámica), el Museu Tèxtil i d’Indumentària (textil e indumentaria) y el Gabinet de les Arts Gràfiques (artes gráficas) de la ciudad. Es decir, el denominador común de todas las colecciones, y entre el ayer y el hoy, es el objeto y todo lo que significa o ha significado y ha aportado: desde su concepción, creación y producción hasta su uso según el tiempo y la sociedad, tanto en la etapa artesana y preindustrial como en la industrial o digital.
El museo conserva un fondo de más de 70.000 objetos que tradicionalmente han sido clasificados bajo la denominación de artes decorativas o artes aplicadas, y que abarcan desde el siglo IV a. C. hasta la actualidad, con colecciones únicas y de resonancia internacional, como los tejidos medievales, el vidrio catalán esmaltado del siglo XVI o la cerámica de L’Alcora, entre otros.
Estas artes del objeto enlazan con las colecciones de diseño del siglo XX —de producto, gráfico y de moda— de forma natural. En su mayor parte son o han sido «objetos para vivir», es decir, propios de la vida cotidiana, personal o colectiva.
A su vez, las colecciones históricas de artes decorativas se vinculan también de forma lógica con las denominadas artes contemporáneas de autor, aquellas expresiones artísticas que adoptan técnicas tradicionales como la cerámica, el vidrio o el esmalte de arte.
Es decir, el Museu del Disseny atesora un triple patrimonio:
—    Las colecciones históricas de artes decorativas (mobiliario, cerámica, vidrio, tejidos, relojes, papeles pintados, papeles de guarda, etc.).
—    Las colecciones de diseño (de producto, gráfico y de moda).
—    Las artes de autor de los siglos XX-XXI (cerámica de arte, esmalte de arte, joya de arte, etc.)."

Curiosa manera de justificar la función de un museo que, según los propios enunciados, pretende establecer continuidad entre elementos de naturaleza tan diferente. En un panel interior aún se concreta más la voluntad de entender lo museable como aquello que suponga una aportación material significativa en relación a la cultura de su tiempo. Estamos hablando, pues, de cultura material, esa idea que eriza los cabellos de quienes seguimos creyendo que los museos deben ser, ante todo, "instrumentos" que nos ayuden en la difícil aventura de reconstruir el pasado.
Pero si combinamos "artes decorativas" con "diseño" y "artes de autor de los siglos XX y XXI", el resultado puede ser problemático en relación al mencionado objetivo.
Un planteamiento tan ambicioso también abre la puerta a un problema preliminar: elegir entre ofrecer una instalación museística de gran desarrollo o imponer una selección radical. El Museu del Disseny de Barcelona ha optado por lo segundo y ello pone sobre la mesa todos los problemas que deseemos imaginar siempre que, en nuestros días, alguien ofrece una selección radical. Supongo que serán legión quienes se habrán sentido molestos y quienes juzgarán que hubiera sido imprescindible incluir tal o cual cosa.
Por otra parte, ¿cómo establecer continuidad cultural entre una arqueta sículo-normanda y una caja actual de medicamentos? Obviamente, será fácil ofrecer en una vitrina, en una sala o en un mismo universo museológico, un "diálogo" entre ambos objetos, pero serían necesarias demasiadas "explicaciones" para que la relaciones que estableciéramos fueran más allá de las especulaciones gratuitas o excesivamente imaginativas, derivadas de la idea de utilidad. ¿Se nos está diciendo que es propio del museo de diseño las creaciones útiles frente a los museos de bellas artes dónde sólo encontraremos objetos "inútiles"?

Desde la selección radical ofrecida por el museo, mucho me temo que, por encima o por debajo de las propuestas grandilocuentes de la página web, este museo parece condenado a ser un medio educativo asociado a los objetivos implícitos el la vocación hecha pública por el propio museo, es decir, un instrumento de educación estética. Y no sé si en ese sentido podrá competir con las posibilidades que el creador actual (o quien está en proceso de formación) tiene a su su disposición sin moverse del sillón de su casa.



Acotaciones

No me parece operativo que el visitante se coloque una pegatina, a modo de divisa, siguiendo fórmulas comparables a las empleadas en museos de gran prestigio; las pegatinas se caen con facilidad y, en todo caso, imponen una preocupación molesta a los visitantes.
Para ser un museo recientemente inaugurado (segunda semana de diciembre de 2014), y como sucede en otros edificios singulares de firma acreditada, el edificio no se ha librado de los problemas constructivos endémicos en nuestros tiempos; desde lo que puede ver el turista ocasional, se aprecian anomalías en las grandes baldosas vítreas del acceso por la planta más baja (una está rota) y en las juntas del chapado de la fachada... ¿Problemas constructivos o de diseño? Sea como fuere, el asunto abre una ventana a la complejidad infinita de los problemas relacionados con "el diseño" en la actualidad... Porque la arquitectura también tiene mucho de diseño o, si se prefiere, de "arte de autor"... Y no deja de ser una paradoja divertida y de gran potencial sugerente la elección de un proyecto con sugerencias tan poco edificantes, si se me consiente la broma de pretensiones polisémicas. 

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