miércoles, 10 de febrero de 2010

Barock en el Museo MADRE

Por Marta Isabel Hernández


Historia curiosa en la que me vi envuelta. Que mejor manera de aprovechar una visita a Nápoles que una escapadita al museo madre, que contaba en sus instalaciones con la exposición de “Barock”, una exposición que reunía a buena parte de los nombres más sonados del arte contemporáneo. La excusa era una revisión del barroco utilizando como referencia obras de artistas actuales, por lo que muchas veces la presencia de ciertas obras quedaba forzada. Pero lo paranormal de esta visita no fue el encontrarme con tal o cual obra. Lo increíble fue el encontronazo con el espacio en sí, y las poco usuales prácticas en sus instalaciones. Para empezar, me di cuenta de la inquietante falta de visitantes en sus salas, hasta el punto de que los solitarios miembros de seguridad me seguían a lo largo de mi periplo artístico, más por aburrimiento que por desconfianza. Pero subí un par de pisos para encontrarme de bruces con uno de los momentos más surrealistas de los que he vivido en un museo. Y este encuentro con lo extraño poco tiene que ver con la exposición en sí misma. En el tercer piso escuché un murmullo infantil. ¿Una visita de niños? ¿A las diez de la noche? Extraño. ¿Un sábado, además? Madre mía, empezaba a preguntarme si sería necesaria la presencia de Iker Jiménez. Pero no eran presencias extrañas provenientes de tiempos pretéritos. Eran niños reales, correteando por las instalaciones, escondidos entre las dos mitades de la oveja de Hirst, y en pleno descubrimiento de la erótica del cuerpo femenino, soba que te soba los pechos de las fotografías de Orlan. Pero si esa situación ya es digna de asombro, ya me pareció entrar en pleno país de las maravillas en plena merienda del sombrerero loco cuando encontré trozos de tarta sobre una mesa y globos de colores repartidos alegremente por la estancia. Y la explicación es no poco rocambolesca. Una niña de 8 años celebraba su cumpleaños en el propio museo. Por lo visto, es un paquete completo, que incluye visita, taller y fiesta para los peques, ofrecido por el museo. Curioso. Una sala de arte, jardín de infancia y Mc Donalds en el mismo recinto. Resulta tan simpático como inquietante, ¿verdad?

Os dejo la página web por si a alguno os interesa, aparecen los programas educativos para colegios y para familias, aunque yo no he encontrado nada en la pagina sobre los cumpleaños. Quizá este destinado solo a algunas familias V.I.P…

http://www.museomadre.it/didattica.cfm

2 comentarios:

  1. Quizas una manera realmente efectiva de conseguir que los niños se interesen por el arte...
    Y quizás mejor que muchos programas didáctivos...

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  2. Jajaja! Lo próximo que será, despedidas de soltero en el Metropolitan? No se quién ha sido responsable de tal innovadora idea, pero se confunde si piensa que el hecho de estar en un museo celebrando un cumpleaños cambia algo en los niños de 8 años que estar en un parque o una casa... A ver si aprendemos a aplicar la máxima de "dejad que los niños se acerquen al museo", pero sin llenar de tarta a un Orlan o un Matthew Barney...

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