jueves, 28 de octubre de 2010

El PAU de Carabanchel Alto. ¿Un Museo de Arquitectura o el despropósito de un megalónomo?

Cuando el MOMA realizó la exposición de "Arquitectura en España, Hoy" (On-Site, MOMA, 2005), Terence Riley, comisario de la exposición, escribía:
"Durante el siglo XI, tras el temido pero inconsecuente fin del primer milenio, hubo tal cantidad de construcción en Europa que un monje después recordaría: "era como si el mundo entero se hubiera sacudido el polvo de los años y se hubiera revestido con un manto blanco de iglesias". Un milenio más tarde, España está sacudiéndose otra vez "el polvo de los años" y cubriéndose con un manto no de iglesias —de las cuales ya está llena— sino de aeropuertos, museos, hospitales, bibliotecas, estaciones de tren, estadios y auditorios. Casi todas las regiones del país cuentan con nuevas obras arquitectónicas —recientemente terminadas o todavía en construcción— de un diseño sumamente ambicioso. En lo que podría considerarse un último y tardío embate de la Ilustración, España parece estar decidida a corregir el déficit social y cultural que le legaron no sólo el régimen militar del general Francisco Franco de 1939 a 1975, sino también la Contrarreforma y su combinación de autoritarismo y ortodoxia religiosa".
Cuando los analistas de reconocido prestigio escriben desde la lejanía... Non semper ea sunt quae videntur. A los eruditos norteamericanos España, como provincia del Imperio y país títere en la política cultural, debe parecerles un lugar muy alejado a las preocupaciones cotidianas del MOMA, algo así como la Cuba de Batista. El comienzo del párrafo no puede ser más desafortunado... para describir la situación histórica y actual de España. El manto blanco sólo nos cubrió los hombros y quedamos desnudos de cintura para abajo, porque hasta 1085 la mayor parte del territorio pertenecía a Al-Ándalus.
España se ha cubierto de edificios públicos como un ¿"último y tardío embate de la Ilustración"? Es lo que algunos llaman confundir el culo con las témporas. Cuando se desmadró la burbuja inmobiliaria aquí ya sabíamos lo que era un hospital, una biblioteca, una universidad...
Es difícil entender como impulso ilustrador la construcción del edificio Agbar (Nouvel) o las Cuatro Torres Business Area (también conocidas como las "torres del Real Madrid"). Es indiscutible que se han realizado muchos proyectos de cierta orientación social, pero en un texto de divulgación como el citado, con la responsabilidad que implica el prestigio del MOMA, hubiera sido mejor adoptar un punto de vista más ajustado a la realidad sociocultural y estructural española. Alguien debería haber explicado a Terence Riley que en España la iniciativa ilustradora quedó en “coitus interruptus”, en iniciativa frustrada bruscamente por el empuje tradicionalista (¡Vivan las caenas!). Gracias a ello y a la persistencia del poder político antiguo y nuevo, en cambiar algo para no cambiar nada, la Iglesia sigue siendo un factor de poder más relevante que en otras regiones europeas; a ella le corresponden algunas de las iniciativas arquitectónicas más importantes y celebradas del siglo XX: las "catedrales" de Madrid y Barcelona... por ejemplo.
En el propio catálogo la presidenta Aguirre, que no es precisamente paradigma de gobernanta ilustrada o de musa posmoderna, sino más bien "castiza posmoderna" para tapices de los Stuyck o para la techumbre de la catedral de Teruel, explicaba las razones por las que la Comunidad de Madrid había apoyado la realización del evento neoyorkino y nos daba una pista de por dónde van las intenciones políticas en la promoción arquitectónica actual: "La Comunidad de Madrid constituye hoy un punto de referencia de la creación artística, un ejemplo de apertura cultural y un modelo de cosmopolitismo, al ser un espacio abierto y avanzado."
Tanta potentia formae est.
Y los datos materiales consolidan esa idea, especialmente en el aspecto estético, tanto si el control político es del PP como del PSOE. Desde la implantación del sistema democrático en España todos los políticos se han querido hacer la foto apoyando la creación artística contemporánea (pictórica, escultórica, arquitectónica, taurina...), dando ejemplo de apertura cultural y marcando modelos cosmopolitas, sin que ello supusiera voluntad "ilustradora", salvo en casos muy excepcionales (Cataluña y País Vasco).
Ese impulso cosmético se desarrolló con tres puntos de inflexión:
El primero, en torno al año 1992, con las iniciativas relacionadas con la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona, de orientaciones muy diferentes; en un caso, hacia las actividades especulativas y en el otro hacia la reestructuración urbana de una ciudad atenazada entre el mar y la topografía irregular del oeste.
El segundo fue la inauguración del Guggenheim-Bilbao (Gehry) y lo que ello supuso en el contexto inmediato. T. Krens demostró que "el amor" al arte contemporáneo, respaldado por un proyecto arquitectónico singular, además del potencial cosmético, tenía importantes repercusiones económicas y, por supuesto, también especulativas. El nuevo museo cambió el carácter de las áreas circundantes y muchas posturas aún conectadas con las tradiciones ilustradoras. Los museos como instituciones de apoyo pedagógico y didáctico, nacieron, precisamente en tiempos de la Ilustración. Tras eel desembarco del Guggenheim esa visión cambió radicalmente.
Con posterioridad, en paralelo al incremento de las arcas públicas, alimentadas gracias a la burbuja inmobiliaria, se fundieron intenciones diversas, casi siempre avaladas por el flujo financiero y por el empuje especulativo, pero siempre dominadas por la pretensión de ofrecer un escaparate especialmente vistoso, aunque falseara la realidad sociocultural española. Y lo enfatizo en sentido social amplio, porque esas acciones no se plantearon frente a la voluntad genérica y dominante. Muy al contrario, al impulso cosmético aún deberíamos añadir un aderezo, especialmente activo en el crecimiento de la burbuja: el deseo de acrecentar los rendimientos patrimoniales de las familias españolas, acostumbradas a vivir en casa propia y convertir los ahorros en una segunda residencia y, aún, en una tercera.
Desde los condicionantes y circunstancias de ese marco se entiende mucho mejor la expansión arquitectónica de los años anteriores a la crisis que, a su vez, se concretó en dos grandes líneas arquitectónicas:
1. Corriente más o menos convencional, substanciada sobre las intenciones familiares mayoritarias (último factor mencionado).
2. Corriente de creación e innovación arquitectónica, a su vez, polarizada en múltiples frentes: financiero, instituciones públicas y privadas, viviendas sociales, etc.
Por lo general, en ese proceso polifacético, cuando el patrocinio era "oficial", se primó lo aparente sobre lo funcional, hasta elevar a los altares a un arquitecto que, a mi juicio, es paradigma posmoderno de preocupación formal, por encima, incluso de etiquetas acaso diseñadas para disimular lo más obvio: Rafael Moneo. El Museo de Mérida fue un edificio de gran repercusión pero cuando se inauguró ofrecía múltiples problemas funcionales a causa de la integración en él de los estratos arqueológicos. Años después se repetirían los inconvenientes hasta el paroxismo en el de Estocolmo. La estación de Atocha había marcado otra referencia de antifuncionalidad próxima al esperpento: al inaugurarla, no cabían los trenes en los andenes, el sistema de megafonía era inoperativo, había rampas resbaladizas en las zonas de circulación de viajeros... Como en este mismo blog ya he tratado en varias ocasiones sobre el Museo Nacional del Prado, me excuso por so ser reiterativo... aunque acaso éste sea el momento de manifestar mi coincidencia con las críticas de Norman Foster a la propuesta consensuada por los partidos políticos.
Pasaron los años sin que esta situación apenas cambiara un milímetro: la "Caja Mágica" (Dominique Perrault) se "vendió" como infraestructura deportiva para la zona sur de Madrid, cuando apenas era otra cosa que la perla de una candidatura olímpica frustrada por los acontecimientos... La infraestructura deportiva española sigue dependiendo de las actividades escolares y de instalaciones de barrio, por lo general, muy precarias o de impulsos efímeros, como las instalaciones realizadas en las zonas rurales, concebidas sin presupuesto de mantenimiento.
En suma, los factores de la expansión arquitectónica española nada tienen que ver con una intención ilustradora ni con zarandajas comparables, sino con el entramado de intereses determinado entre la burbuja inmobiliaria y las pretensiones cosméticas del poder político; marco idóneo para que se desequilibrara la "sagrada relación" entre forma y función que proporciona cuerpo estético al arte de la arquitectura
Se ha hablado mucho sobre "el laboratorio de arquitectura" del PAU de Carabanchel... Entre los edificios innovadores y los más tradicionalistas, el aspecto del barrio ha mejorado considerablemente. Sería ridículo negarlo. No obstante...
Algunos arquitectos han aprovechado las intenciones de ofrecer imagen de "modernidad" de los gestores políticos —implícitas en las convocatorias oficiales—para ensayar fórmulas innovadoras que, como en las experiencias de laboratorio convencional, no siempre han producido resultados satisfactorios. Dos mil años llevamos construyendo viviendas sociales y la experiencia acumulada ha ido filtrando fórmulas y procedimientos muy consolidados. ¿Se pueden crear nuevas fórmulas arquitectónicas partiendo de los materiales proporcionados por el desarrollo tecnológico? Mi respuesta es contundente: ¡Claro que sí! ¿Se pueden aplicar esas novedades alambicando costes? Si no creemos en las varitas mágicas, la innovación debe entenderse como una inversión a largo plazo.
Creo que algunos los arquitectos se han dejado envolver en juegos políticos mezquinos: según parece, los consejeros políticos de Albertosis I, el Grande, no tenían ningún interés en asumir esa inversión —el gasto implícito en ese proceso de laboratorio—, que se debería haber materializado en controlar estrechamente el proceso constructivo y, en su caso, promover los "ajustes" necesarios para que los edificios "funcionaran" correctamente.
Mientras se construían algunos de los bloques los vecinos de las inmediaciones hemos visto anomalías constructivas suficientes para construir un museo de los horrores constructivos: yuxtaposición de materiales incompatibles por sus coeficientes de dilatación diferentes; exceso de acero en las fachadas (el acero es muy caro de mantener); chapados con materiales de escasa porosidad, proclives a los desprendimientos; paneles con alteraciones físicas manifiestas; mecanismos de probada ineficacia o de mantenimiento caro, aislantes deficientes, alambres oxidados al alcance de los niños; muros cortina incompatibles con la intimidad de una vivienda...y con los medios de limpieza habituales. La mayoría de los proyectos tienen gran entidad visual, pero... ¿quién ha prestado atención a los factores funcionales y de envejecimiento?
Los medios de comunicación se han ocupado con frecuencia de las anomalías constatadas por quienes viven en ellos. Creo que esas anomalías sólo han empezado a manifestarse.
Paradójicamente, las más llamativas han aparecido en algunos de los proyectos más premiados...
¿A quién le corresponde la responsabilidad de esta cascada surrealista? ¿A los arquitectos que realizaron los proyectos premiados? Si "todo el mundo" estaba de acuerdo en que los proyectos eran buenos; si los factores comunes están asociados a la "ejecución", se podrá recprochar a los diseñadores prestar poca atención a las cuestiones constructivas, pero la responsabilidad más clara corresponde a quien debe velar por los intereses generales. El Ayuntamiento de Madrid debería contar con los medios técnicos y humanos necesarios para valorar la viabilidad de los proyectos elegidos y para imponer rigor a las empresas. ¿En qué se gastan los impuestos? ¿En asesores de imagen?
Es difícil entender que los gestores municipales (técnicos y políticos) no advirtieran que los proyectos del estudio MVRDV y Blanca Lleó eran poco adecuados a lo que se espera de un bloque de viviendas sociales. Lo mismo se puede decir de la premiadísima "Caja de Bambú", del Foreign Office Architects (FOA) (2007). Cualquier aficionado a la jardinería y al bricolaje sabe que mantener un zócalo tapizado con bambú es muy complicado en Madrid y que el paramento de cañizo, por muy eficiente que sea en el gasto energético, supone unos gastos de mantenimiento incompatibles con la finalidad social de las viviendas. En la actualidad, en la "Caja de Bambú" ya han sustituido el bambú del zócalo verde por una mezcla de ampelosis, hiedra y madreselva muy adecuada para el uso y disfrute de las ratas. También se aprecian ya los primeros síntomas del envejecimiento irregular de los cañizos de la fachada y, según testimonios de los propios vecinos, son muy frecuentes las anomalías en las instalaciones interiores.


En el edificio de "Los contenedores" tuvieron que cambiar algunos detalles de la fachada porque las placas de las bandas horizontales se desprendían... Por fin han colocado un remate de chapa plegada.

Al escribir estas líneas se han retirado las vallas de obra de otro de los edificios singulares: el bloque de colorines... El edificio no está habitado; su aspecto es... "peculiar", buen "fondo" fotográfico, alegre, comparable a un diseño de la señora de Pedro J. o un imitador hortera de Mondrian, pero... Magníficas "cartulinas" para "grafiteros", en un barrio donde esas actividades están consentidas por la autoridad competente, también para ofrecer imagen de apertura cultural, modernidad y cosmopolitismo... La image inferior recoge la primera "firma" de un "artista urbano". Quosque tandem
A lo mejor, los asesores de Albertosis I, el Grande, cuentan con ello y han apostado por fomentar el apareamiento entre arquitectura experimental "de calidad" y "arte urbano". Más tarde encargará a un "amiguete" con empresa de limpieza de fachadas que lo repare. Cuando el Ayuntamiento de Madrid, en lugar de resolver problemas de los ciudadanos se endeuda por ganar en "la lotería" (las Olimpiadas), elimina plazas de aparcamiento para forzar la colocación de parquímetros, o patrocina viviendas sociales tan peculiares... me pregunto qué finalidad de servicio persigue...
Mal oficio el de mamporrero, señor alcalde.
Magis esse quam videri oportet

2 comentarios:

  1. Hola, vivo en el edificio Bambú y he de decir que el Ayuntamiento nos entregó un muro vertical cubierto de cesped de campo de fútbol para que Gallardón se hiciera la foto. El césped se secó y la decisión sobre qué plantar en el jardín vertical se tomó con escasos conocimientos botánicos por parte de los vecinos y con poquísimos fondos.
    Actualmente nos proponemos ir mejorando el aspecto de este muro, pero el mayor problema que tiene el edificio es que fue asignado por sorteo y muchos de los que aquí viven se vieron obligados a vivir en un edificio que no les gusta, que consideran casi un castigo y que no tienen ganas de cuidar. Preferírian vivir en un edificio más clásico y convencional. Creo que el método de asignación de viviendas por sorteo fue uno de los grandes errores de la EMV que desarraigaba a familias con niños que querían comprar una vivienda a un precio razonable, y no permitía elegir la vivienda en la que pasarías una gran cantidad de años de tu vida.

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  2. Gracias por el comentario, tremendamente oportuno para trasladar a los arquitectos con pretensiones innovadoras circunstancias que no valoran suficientemente cuando proyectan sus "creaciones". Obviamente, la solución pasaría porque, una vez asignadas las viviendas "en abstracto" (definidas según unas circunstancias mínimas), los arquitectos trabajaran con los vecinos en la materialización del proyecto... Pero no sé si, teniendo en cuenta las "peculiaridades" de la sociedad española, se podría hacer algo así...

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