domingo, 27 de noviembre de 2011

De Raymond Roussel a Stanley Kubrick, de la mano de Cristina Iglesias


Cansado de descansar, se me ocurrió acudir al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía para ver Locus Solus y para ello permanecí retozando entre las sábanas... casado por descansar. Hubiera sido lo consecuente.




¿Raymond Roussel fue un personaje de gran proyección en el desarrollo del arte contemporáneo?  Así lo reconocen en el Reina Sofía, que es donde más saben de estas cosas.
Un colega nihilista  me dice que, a su juicio, Raymond Roussel sólo fue un pobre desequilibrado rico, que practicó un juego vital basado en el poder del dinero y se pasó la vida haciendo excentricidades para combatir el tedio, hasta que, arruinado, se dejó morir en Grand Hotel Et Des Palmes, donde Wagner había finalizado su Parsifal.  A pesar de ello —o por ello— fue capaz de crear textos, de cierta sensualidad foral, especialmente útiles para los protocolos metaestéticos del arte contemporáneo y, por supuesto, para el diseño de metalenguajes de inclinación sublime. Algo así como el Tao Te Ching de Lao Tse para panteístas pijos  o como Camino para los creyentes.
En su ascenso no hay luz,
En su caída no hay oscuridad,
Un hilo continuo más allá de la descripción,
Perfilando lo que no puede existir,
Su forma es no-forma,
Su imagen es ninguna,
Su nombre es misterio,
Afrontándolo, no tiene rostro,
Siguiéndolo, no tiene espalda.
Comprende el pasado, pero atiende el presente;
De este modo se conoce la continuidad del Tao,
El cuál es su esencia.


No me ha sorprendido encontrar una obra de Cristina Iglesias, que ella misma ha relacionado con los textos de Raymond Roussel y con el laberinto de El resplandor, de Stanley Kubrick.

En un panel :

"Aunque el sol iba bajando, el calor seguía siendo sofocante en aquella región de África próxima al ecuador, y todos y cada uno de nosotros nos sentíamos agobiado por la temperatura, que no modificaba brisa alguna. Ante mí se extendía la inmensa plaza de los Trofeos, situada en el mismo corazón de Ejur, imponente capital formada por cabañas sin nombre y bañada por el océano Atlántico, cuyos rugidos lejanos oía yo a mi izquierda. El cuadrado perfecto de la explanada estaba delimitado por una hilera de sicomoros centenarios: las armas clavadas profundamente en la corteza de cada tronco sujetaban cabezas cortadas, atavíos, adornos de todo tipo amontonados allí por Talou VII o por sus antepasados al regreso de múltiples campañas triunfantes. A mi derecha, delante del punto medio de la hilera de árboles, se elevaba, como un gigantesco guiñol, un escenario rojo, en cuyo frontispicio las palabras "Club de los Incomparables" componía tres líneas en letras de plata, brillantemente rodeadas de amplios rayos de oro que se abrían en todas las direcciones como en torno a un sol. (...)
Prisionero sobre su pedestal, Naïr tenía el pie derecho sujeto por una maraña de gruesas cuerdas que tenían un auténtico lazo firmemente sujeto a la sólida plataforma: parecía una estatua viviente (...)"
Extracto de Impresions d'Afrique, cap. I, utilizado por Cristina Iglesias para la construcción de esta obra"

Si ella lo dice... Aunque no entiendo cómo sacar partido a los juegos literarios laberínticos (formales) de Raymond Roussel en "versión española"...

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