martes, 24 de abril de 2012

Los bancos se preocupan por el interés estético de los ciudadanos

El arte siempre ha estado cerca del poder; con frecuencia, con demasiada frecuencia, ha sido su servidor, su envoltorio cosmético, aunque esa función apareciera enmascarada con los oropeles de la espiritualidad o de categorías aún más difusas. Todos lo sabíamos y todos lo admítíamos como una obviedad natural, como la servidumbre de pavor que infunde el frío que, en contrapartida, conserva en la umbría alta el agua hasta el verano. Asumiéndolo, el Estado "moderno" cumplía hasta ahora una función reguladora, que substanciaba los componente socializadores sobre los que se sustenta la actual legislación de los países "civilizados": el arte tiene un componente "especial" (social) que limita la discrecionalidad asociada a la propiedad privada, al poder de los mercados. El Estado y sus órganos competentes (entre ellos, los museos) deben velar porque esa cualidad esté a salvo de los intereses particulares...
En ese contexto, a la vista de los movimientos liberalizadores de los últimos años, que se sentían con fuerza en los ambientes estéticos,  hasta parecía divertido observar a personajes como Damien Hirst practicando el juego de integrar esa relación entre lo divino y lo prosaico en el proceso creador; me consta que a ciertos sectores posmodernos y post-posmodernos hasta les parece que ello es digno de elogios encendidos. Sin embargo, acaso estemos jugando con fuego...


Sucedió el pasado 20 de abril. Recojo la información directamente  de la fuente original, sin quitar ni añadir nada:

La Fundación Banco Santander apuesta por  la educación en el Museo Reina Sofía y  apoyará su proyecto pedagógico con 1.750.000 euros durante los próximos cinco años. 

Así se ha anunciado esta mañana, en el transcurso de un encuentro con los periodistas, al que ha asistido el presidente de la Fundación Banco Santander,  Antonio Escámez; el presidente del Patronato del Museo Reina Sofía,  Guillermo de la Dehesa; el director del Museo,  Manuel Borja-Villel y el director de la Fundación; Borja Baselga.  
La Fundación Banco Santander y el Museo Reina Sofía han renovado recientemente el convenio de colaboración que desde el año 2000 une a ambas instituciones. Este año, además, se produce un incremento en el presupuesto que la Fundación destina de manera absolutamente desinteresada al área educativa, elevando su compromiso a cinco años en un proyecto a largo plazo y clara apuesta de futuro. 
El Museo Reina Sofía siempre ha agradecido la confianza depositada año tras año por parte de la Fundación en sus proyectos, pero es quizás en estos momentos que atravesamos, en que se requieren medios para seguir adelante y los presupuestos se ven menguados, cuando ese reconocimiento se incrementa, y más cuando el compromiso se circunscribe al ámbito universitario y educativo en general, en el que el propio Banco Santander y la Fundación han hecho un gran esfuerzo en los últimos años. 
La Fundación Banco Santander apoyará en los próximos cinco años toda la actividad del área de Educación y Mediación, además del Centro de Estudios del Museo, para convertirlo en uno de los más avanzados a nivel mundial.

Centro de Estudios
Una de las principales novedades es la apuesta de la Fundación Banco Santander por el Centro de Estudios, que canaliza la actividad de investigación y pensamiento en el  Museo. Desde él se busca la colaboración con la Universidad y las dinámicas de reflexión y debate sobre distintas áreas, (Colección, Exposiciones y Programas Públicos).  
En el Museo se imparten  tres másteres:  Máster Universitario en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual (Organizado por el Museo y la Universidad Autónoma  de Madrid, en colaboración con la Universidad Complutense Madrid);  Máster  Universitario en Prácticas Escénicas y Cultura Visual (organizado por el CENAH de la Universidad de Alcalá, en colaboración con el Museo Reina Sofía, La Casa Encendida, Matadero Madrid y British Council) y el  Magíster Universitario en Conservación y Restauración de Arte Contemporáneo (organizado por la Universidad Complutense de Madrid y el Museo Reina Sofía, en colaboración con Filmoteca Española, Universidad Politécnica de Madrid, Medialab-Prado Madrid y Laboral de Gijón) 
Por otra parte, gracias al apoyo de la Fundación Banco Santander, este año el Museo pondrá en marcha el Programa de Estudios Avanzados, de nueva creación, orientado hacia la alta investigación, los estudios interdisciplinarios y las nuevas metodologías. Tres líneas de fuerza guiarán el programa: el pensamiento crítico (filosofía y crítica de arte); el cuerpo (estudios de género y queer) y el espacio, o el análisis institucional (nuevas formas de institucionalidad). En este programa se encuadran dos series de seminarios:  Metrópolis. Crisis urbana, periferias e 
investigación militante, dirigido por el Observatorio Metropolitano de Madrid, y Somateca. Producción biopolítica, feminismos, prácticas queer y trans, dirigido por Beatriz Preciado.  
 En el  Programa de conferencias magistrales, se invita a un historiador, teórico, sociólogo, filósofo, artista, cineasta, arquitecto o profesional de reconocido prestigio para disertar sobre un tema. Se iniciaron el pasado mes de noviembre de 2011 con uno de los historiadores más influyentes de la actualidad, Timothy J. Clark, y en estos momentos se está cerrando la próxima intervención prevista para el próximo otoño con el filósofo francés Hubert Damisch.  

Educación/mediación
El Museo, gracias al empuje de la Fundación Banco Santander, ofrece un variado conjunto de propuestas dirigidas a un amplio abanico de públicos, desde el infantil y familiar, al joven y adulto, pasando por el profesorado y prestando particular atención a las necesidades especiales de los visitantes en general. Talleres infantiles, visitas para familias, actividades para jóvenes <18, cursos de formación, proyecciones de cine y vídeo, charlas, conciertos, publicaciones... son algunos de las iniciativas que se desarrollan en el Museo. Aproximadamente 100.000 personas (incluyendo público infantil y juvenil, familiar y profesorado) han disfrutado desde el año 2000 de los distintos proyectos de educación y mediación organizados por el Museo Reina Sofía con la colaboración Banco de Santander. 
En la actualidad se están realizando los talleres infantiles Si fuera un movimiento,  Ecos  y  ¿Te suena?, que vinculan la Colección con los lenguajes de la danza y la música, y las actividades para jóvenes Documentar y documentir.  
A niños y jóvenes también va dirigido el  taller de verano que tendrá  como eje la exposición  Rosemarie Trockel. Un cosmos.  Por otra parte la actividad  Equipo en abierto, diseñada por los jóvenes del Equipo del Museo, se desarrollará el próximo 16 de mayo, coincidiendo con la celebración del Día Internacional de los Museos.  
Este año se pondrá en marcha para los más jóvenes una nueva actividad consistente en la realización de visitas comentadas sobre exposiciones temporales; Se comenzará con la exposición Encuentros con los años 30, que se inaugura en octubre. 
Por otra parte, se está prestando atención especial a las sesiones de formación al profesorado en torno a los contenidos de la colección del Museo.  Hay que destacar también que una nueva actividad para familias explorará diversas obras de la Colección 3. 
Finalmente y en lo que se refiere a la  mediación de adultos, subrayar que en la actualidad se desarrollan tres recorridos temáticos por la Colección: El de Feminismo el dedicado al Teatro y el denominado Experiencia de vida/experiencia de espacio. Se ha creado también un nuevo itinerario temático La desaparición del autor, centrado en la colección 3 y, a partir del próximo mes de mayo, un nuevo relato de la colección: La revolución feminista, 1968-1982. En septiembre arranca el dedicado a Val del Omar.  Todas y cada una de estas experiencias están pensadas para posibilitar consultas, plantear interrogantes, promover debates, ofrecer claves interpretativas y estimular el establecimiento de vínculos con la experiencia vital del espectador.  
Madrid, 20 de abril de 2012

Según recogen "los medios", en el acto de presentación de la noticia, el director del Reina Sofía dijo:

«Es una muy buena noticia en estos tiempos que corren recibir 1.750.000 euros. Las épocas de crisis lo son de juicio, de escoger. La cultura de subvención se ha acabado, nos guste o no».

¿Cultura de subvenciones? ¿Dotar un museo para que funcione adecuadamente requiere subvenciones? Hasta ahora creía que pagábamos impuestos para que el Gobierno de la Nación ofreciera ciertos servicios de utilidad general, como la educación, la sanidad, la gestión cultural... los museos. Pero está claro que las cosas cambian con rapidez. No sé si la estulticia se ha convertido en referencia esencial o las palabras han perdido el sentido por mor del integrismo posmoderno, pero francamente, no me gustaría estar en la piel del señor Borja-Villael. Ha de ser difícil formar parte de un entramado cosmético que tiene por objeto humanizar la imagen del poder financiero a un "precio" tan bajo: para un banco, 350.000 € al año es el chocolate del loro; lo que "vale" un piso entregado para cancelar una hipoteca media. Lo dijo la vieja hurgamandera: "Hija, si has de ser puta. vete a Roma y cobra caro; no te vendas por cuatro perras o acabarás como las busconas rastrojeras, ramaleada por los suelos". A mi juicio, 350.000 euros anuales no dan para perder virtud tan alta y, menos aún, para alterar el sentido de las palabras.


Por enésima vez, leo cómo la propia entidad define la misión del MNCARS:

El programa del Museo Reina Sofía se basa en una redefinición de la función del museo alternativa a los modelos históricos de esta institución. Concebido como un lugar generador de espacios intersticiales de sociabilidad y discusión en la esfera pública, propone modelos de resistencia en una sociedad en la que priman el consumo y la mercancía y en la que la producción se ha fragmentado ocasionando tanto un mapa geopolítico inédito como nuevas clases sociales, relaciones y subjetividades. La creación de narraciones alternativas, de nuevas formas de intermediación y la formación de un espectador activo son las líneas de fuerza del Museo.
(...)
Desde el Museo se propone un concepto educativo que elimine jerarquías y muestre la facultad reactivadora de la cultura desde la convicción de la capacidad de cada uno de nosotros para redescubrir y redefinir el saber. La obra de arte constituye un territorio común para el artista y el espectador que facilita la relación con los demás y con un entorno que no percibimos como ajeno. Hace que nos veamos a la vez como sujetos y objetos de la percepción de los demás, creando espacios de sociabilidad nuevos y liberadores. Asimismo, el Museo se constituye como espacio de debate e investigación a través de seminarios y programas universitarios nacidos de la interrelación, no mediada ni jerarquizada, entre la educación y el resto de las actividades –exposiciones, colección, programas públicos– de este Museo.

Realmente, siento pena por ver cómo se han transformado cierto roles con el desarrollo del liberalismo. Y me pregunto si es posible conciliar estas pretensiones con los intereses de una de las instituciones financieras que más están haciendo por mantenernos en la miseria. Los museos de arte contemporáneo dejan de ser un "instrumento de utilidad educativa" para convertirse en un ornato al servicio del capital financiero.
Y sin embargo, en el proceso actual, el cambio tiene cierto sentido: lo que no recoge el Estado por conducto fiscal, revierte en beneficio social a través de los museos...  Como soy optimista, imagino que dentro de poco los bancos repartirán anualmente media docena de "becas" (no sería políticamente correcto decir "limosnas") entre los desempleados de larga duración.
Y como la gravedad del caso no da para epílogo jocoso, haré una confidencia al lector...
Hace años, cuando acudí a visitar el museo de Boadilla por primera vez, las recepcionistas me pasaron una encuesta, que respondí expresando juicios negativos sobre ciertos aspectos. Días después, recibí una llamada telefónica. Una empleada del banco deseaba contrastar los datos de la encuesta —eso dijo—, pero la conversación culminó en una pregunta sorprendente:

—¿Si no le ha gustado el museo, por qué vino a visitarlo?
True story.

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