martes, 14 de enero de 2014

La GAM de Turín

Por Tomo

El día 14 de Noviembre, tuve la oportunidad de visitar la Galleria Civica D'Arte Moderna e Contemporanea de Turín (GAM) y de ver así tanto la exposición permanente como la temporal que, hasta el día 23 de febrero la conforma una muestra de las obras de Renoir de la colección del Musée d'Orsay y del Musée de l’Orangerie de Paris. Forma parte de un proyecto de colaboración entre diferentes instituciones según el cual el año pasado tuvo lugar una exposición de Degas, y está comisariada por Sylvie Patry, conservadora del Musée d'Orsay, y Riccardo Passoni, vicedirector de la GAM de Turín. Está organizada en nueve secciones que giran en torno a las etapas del pintor y las temáticas de toda su carrera, de manera que en algún punto salta ligeramente la linealidad histórica de la totalidad. Es cierto que, aunque sea interesante este tipo de planteamiento, para el público menos familiarizado con la obra de Renoir puede llegar a ser algo confuso, pues no se explica explícitamente la alternancia de obras de diferentes años (aunque lo que se pretende es enfatizar las diferencias de cuadros de igual temática por ejemplo). Sin ser una exposición muy extensa (al rededor de 60 obras), los paneles informativos me parecen que son bastante acertados en extensión, contenido y distribución. La muestra comienza con una línea cronológica en ingles e italiano que funciona a la hora de organizar lo que se va a ver y justo a continuación le siguen los paneles en las diferentes salas que explican, precisamente, el criterio con el que cada una está enfocada. Me parece un acierto el haber alternado algunas paredes con grandes ampliaciones de fotos del artista y su época, pues vuelve más liviano el transcurso de la exposición. Como contras, me ha parecido que está montada en salas muy reducidas y, ya que se juntaron dos grupos de visita, algunas veces se hizo realmente incómodo. Posiblemente se deba a la propia arquitectura del edificio, un problema que nos solemos encontrar en los museos, pero curiosamente el lugar donde se expone la muestra permanente no le ocurre este problema. Además, se vuelve a veces un poco lioso la orientación en todo el edificio. Por último, me resultó incómodo en algunos cuadros la iluminación demasiado localizada, aunque entiendo que en ocasiones sea muy difícil iluminar bien una obra, más aun cuando no se tiene demasiado espacio. Con todo y con eso, tuve una buena experiencia.


En relación a la exposición permanente puedo explicar en rasgos generales mi impresión sobre ella. La muestra la componen obras variadísimas que comprenden del siglo XVIII al año 2010 (si no hay alguna más actual) y están organizadas en un hilo narrativo de enfoque muy actual. Una propuesta arriesgada y segura en sí misma que junta en una misma sala un paisaje del siglo XVIII, una escultura de Klein y un cuadro de Piero Dorazio. Rechazando el orden cronológico, las obras se agrupan por conceptos y se establece una conexión entre obras temporalmente muy separadas. Además, por todo el recorrido están distribuidos diferentes bancos pertenecientes a la serie “Thirteen benches” del artista Nedko Solakov, “obras invisibles” en las que la primera vez que uno se sienta no sabe en lo que está sentado. Los diferentes paneles informativos ofrecen información para públicos habituados al arte contemporáneo y no son excesivos, pero como crítica al desarrollo “innovador” de la exposición, resulta imposible que el público general entienda en un porcentaje medio la exposición (a diferencia de la de Renoir). Es realmente una lástima pues contiene obras de artistas muy importantes. Otro dato muy interesante es el grandísimo número de artistas italianos en la colección. Es muy notable la intención de la institución por apoyar sus artistas nacionales e incluso, sus artistas de Turín. De este modo, las obras de los grandes artistas reconocidos por las referencias del momento como Warhol, Picasso, Kiefer... están rodeadas casi exclusivamente por sus artistas nacionales, vistos de esta manera como piezas fundamentales para el entendimiento del arte contemporáneo. Además del concepto de reinterpretación de las obras, por parte de los organizadores, el concepto de descontextualización sigue esa tendencia “transgresora” de algunos centros de crear un gran contraste entre la temporalidad de las obras. Aunque para algunos pueda resultarnos atractivo e interesante como una nueva vuelta de tuerca, es cierto que para los públicos menos familiarizados con el arte contemporáneo puedan ver esto como un gesto de mal gusto y les produzca rechazo.
En general, tiene una buena muestra, una clara intención de apoyo a su arte nacional y una arriesgada propuesta en tendencias contemporáneas.
Por último, quiero resaltar un aspecto que me pareció de especial interés. Como es sabido, Turín tiene una actividad alta en relación al cine, pues entre otras cosas, se encuentran el Torino Film Festival (TFF) o el Museo Nazionale del Cinema, uno de los museos más importantes de cine en Europa. Posiblemente por esto y por su clara intención a seguir las tendencias contemporáneas, la GAM tiene una videoteca en la que muestran un catálogo con una gran cantidad de títulos importantes en torno al cine no narrativo y experimental. Además, sienten especial preocupación por este tipo de prácticas, y suelen tener diferentes propuestas de artistas. Es alentador que en algunos sitios apoyen este tipo de obras que en muchos otros apenas se conoce de su existencia.
Para terminar, esta pequeña muestra me ha dado una visión de lo que parece ser un Turín alternativo, pues las características de este centro tienen que tener un reflejo con el resto de la ciudad en general.

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