domingo, 14 de diciembre de 2014

El museo arqueológico provincial de Alicante

La primera vez que visité este museo, al poco de la inauguración en su instalación actual, me pareció fantástico, que definía una fórmula digna de ser imitada. El aprovechamiento de las circunstancias espaciales del antiguo hospital para convertir las "alas" en zonas de "inmersión histórica" me pareció una idea magnífica. El uso de elementos tecnológicos para recrear ambientes del pasado "remoto" me pareció un acierto. La creación de diferentes áreas perfectamente especializadas en su concepción y tratamiento me pareció espléndida. En aquellos tiempos hubiera suscrito con vehemencia el criterio de quienes, en el año 2004, le otorgaron el premio del Foro Europeo de Museos, sobre todo, teniendo en cuenta que las piezas atesoradas no son relevantes en exceso.
Contemplado hoy, debo reconocer que los museos modernos envejecen fatal y que, con el paso de los años también ha cambiado mi criterio en estos asuntos. Obviamente, el museo mantiene su potencial espectacularidad y las zonas dedicadas a las metodología arqueológicas conservan su potencial pedagógico y divulgativo, aunque no sé si en el resto de las salas el planteamiento elegido resultará atractivo para los escolares...
Las zonas dedicadas a las diferentes fases culturales creo que definen un ambiente demasiado agobiante, poco adecuado a las servidumbres exigibles desde sus funciones pedagógica y divulgativa (o turística). Algunas cartelas se ven mal, las proyecciones de vídeo han quedado desfasadas...  Tal y como suele suceder en casi todas las instituciones que inauguradas en los alrededores del año 2000, que emplearon recursos del mismo tipo. Y es que las instalaciones con pretensiones de extrema modernidad envejecen fatal... Cada día que pasa estoy más convencido de que los montajes escenográficos y, sobre todo, los que recurren a los ambiente en clave baja (escasos de luz) acaso sean adecuados para favorecer la reflexión, pero tienen un inconveniente grave: son poco atractivos.


Por lo demás, aunque el museo mantiene unas cualidades más que aceptables, se echan en falta lugares de descanso y la iluminación no siempre es homogénea. El planteamiento escenográfico, de gran amplitud lumínica, crea muchos problemas a la hora de realizar fotografías sobre todo si no contamos con cámaras dotadas de sensores bien capacitados para regular contrastes muy fuertes (rango dinámico).

Por lo que se refiere a las piezas... Me ha hecho gracia la reconstrucción de la Dama de Cabeza de Lucero, a partir de unos escasísimos restos, pero seguramente el resultado se acerca al original...
En la zona romana tienen un capitelillo de escasas dimensiones procedente del Portus Ilicitanus (Santa Pola) en contexto del siglo II, que informa sobre la existencia de este tipo de fórmulas ornamentales "degeneradas" y muy simples en momentos muy tempranos; en Toledo existe alguna pieza de estructura similar a ésta que se suele atribuir a "época visigoda".


También son interesantes varios fragmentos de estuco, procedentes de Torre de la Cruz (Villajoyos) e contexto arqueológico de los siglos II y IV. Es destacable la laurea o espiguilla que nos hace pensar en fórmulas llamadas "mozárabes", para volver a constatar que el uso de este elemento ornamental está muy documentado en el ámbito mediterráneo desde época griega.


A destacar también los fragmentos de ornamentación con elementos manifiestamente cristianos, procedentes del Cerro de las Balsas (La Albufereta), que en la cartela sitúan en el siglo VII; reitero que, dada la homogeneidad de estos elementos y su proximidad a los de otras latitudes peninsulares, acaso fuera más prudente relacionar todos ellos con la aparición del cristianismo en la península Ibérica, en momentos anteriores a la llegada de los visigodos.



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