lunes, 1 de diciembre de 2014

Pelea de tildes

Por Mivilla

En el ABC de hoy viene recogido un artículo sobre el cambio de la acentuación de la palabra “solo” como adverbio, que para diferenciarla de solo como adjetivo se acentuaba en la primera o (sólo). Las veintidós academias de la Lengua Española decidieron en 2010 suprimirla. La tilde diacrítica, que es como se denomina, tiene la tarea de oponer palabras tónicas a palabras átonas, diferenciar palabras que se escriben igual pero que tienen significados diferentes.
Todo esto ha montado un revuelo entre escritores y académicos. Los primeros y la mayoría de personas que intentamos escribir correctamente, estamos acostumbrados a poner esta tilde y quizá haya a la larga algo de confusión para las personas que estudien sintaxis. La razón que exponen los académicos es que la tilde en sólo adverbio no se opone a la acentuación de solo adjetivo, es decir, que la sílaba tónica es la misma. La opinión de Salvador Gutiérrez, doctor de Filología Hispánica y académico, pone dos ejemplos que el artículo nombra como claros: “El jugador juega limpio” y “Comprar un piso primero”.  No sé si hoy estoy demasiado espesa o no se ve el ejemplo de la dichosa tilde por ningún sitio. En estas frases, ¿qué palabras habría que acentuar para deshacer una posible ambigüedad? Son palabras totalmente distintas y en las frases se entienden perfectamente, no entiendo dónde está la posibilidad de confusión. Pero lo dicho, posiblemente no tengo tanta idea como él.
El artículo continúa con las opiniones de diversos escritores y editores. La mayoría está a favor de mantener esa tilde, que defienden de una manera contundente o más diplomática. Una opinión que me ha llamado la atención es la de Luis Magriyá. Expone alegrarse de que se haya eliminado esta tilde en solo y en los adverbios demostrativos: “Se mantenían por tradición”. Está bien que en los demostrativos se eliminen las tildes, se diferencian por el sentido de una frase cuál es cuál, pero en el caso de sólo es distinto, lo explicaré más adelante. Otra reflexión es la de Patricio Pron: «Me parece consecuente con la política de la RAE, que consiste en que algo deja de ser un error cuando la suficiente cantidad de personas lo comete». Eso me hace recordar en una de las últimas revisiones del diccionario que aceptaban la palabra “cocreta”, que justo esta versión de Word  dice ser errónea. Es el ejemplo perfecto, un error que muchísima gente cometía, además malsonante, que deciden incluir como válido. La última opinión que me gustaría destacar es la de Carlos Zanón;  ha escogido para su intervención unas cuantas palabras que contienen tildes. No sé si de manera intencionada o no, pero al ser escritor me hace pensar más en lo primero. Por supuesto está a favor de mantener esa tilde.
Para finalizar el artículo, está presente la opinión de David Gistau, el cual en un tono irónico se ríe de la discusión tan polémica entre la academia y los escritores. Es un tema interesante, pero seguro que para él no tiene tanta importancia como la situación política que vivimos en este momento, aunque su tono humorístico sea siempre el mismo en los temas que trata. Me resulta curioso que sólo haya trabajado en periódicos que tiran hacia la derecha… Puede que tenga algo que ver con ese tono en esta publicación en concreto.

Mi humilde opinión es que se debería seguir usando la tilde diacrítica en este caso. Puede dar lugar a confusiones que rápidamente se solucionan haciendo las cosas como hasta ahora. El mejor ejemplo lo pone Gistau: “Estaré solo hasta las tres” Es necesario un contexto para saber que se quiere decir, si se va a quedar hasta las tres o no va a tener compañía hasta esa hora,  con la fácil solución de colocar ese tic. No me parece mal que se cambien y revisen algunas palabras, la lengua cambia con los años, pero poner una tilde en el lugar correcto a veces es de agradecer. La RAE deja libertad para continuar con su uso: yo continuaré situándola donde corresponde.

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