viernes, 6 de mayo de 2016

Sobre los capiteles bizantinos: de Bari a San Cebrián de Mazote y Santa María de Lebeña

Consideraciones preliminares

Cuando en la entrada deidicada a los capiteles reutilizados de santa Eulalia, cometí el error "imperdonable" de no mencionar una posible finalidad en la "costumbre" de reemplear piezas procedentes de otros edificios: el de "apoderarse" de ellas con la intención de borrar de la historia edificios o restos de edificios inconvenientes para los intereses de quienes tomaron esa iniciativa. Obviamente es difícil probar una hipótesis que supone valoración de intenciones, pero...
La basílica de San Nicolás de Bari es un edificio singular de cualidades arquitectónicas muy interesantes que se comenzó a construir en 1087 y se finalizó en 1197. El comienzo de las obras coincidió con un momento de especial complejidad para la historia del cristianismo puesto que 33 años antes se había consumado un proceso iniciado en tiempos de Teodosio (379-395), cuando el Imperio Romano se dividió en dos entidades políticas. que seguramente respondían a circunstancias culturales enmascaradas hasta entonces.
En todo caso, los acontecimientos posteriores y, en especial, la aparición de los pueblos germánicos, acentuaron los factores de una separación que, en el plano religioso, ha llegado hasta nuestros días. Dejando a un lado la tentación de explayarse con un asunto incompatible con las limitaciones de este formato, me interesa destacar en este momento que, al hilo de esa separación, ocurrieron sucesos singulares en las zonas donde más se manifestaron sus consecuencias. La basílica se acometió con un planteamiento arquitectónico sintonizado con las necesidades litúrgicas derivados de la reforma gregoriana que, entre otros objetivos más o menos difusos en el tablero político europeo, perseguía unificar ritos y garantizar la primacía de Roma sobre una estructura diocesana muy "contaminada" por el orden feudal. La combinación de ese objetivo con la propuesta benedictina de Cluny por crear una red de monasterios desvinculado de los "poderes" locales, explica la expansión de un tipo de arquitectura que se difundirá por toda Europa durante los siglos XI y XII.

San Nicolás de Bari
Esa expansión arquitectónica se materializará en edificios de circunstancias tan variadas como variadas eran las situaciones políticas, económicas y culturales de las distintas áreas territoriales. La península Ibérica tenía unas circunstancias muy diferentes de las de las actuales Francia, Italia y Alemania y la existencia de Alándalus y de las tradiciones culturales islámicas, se convirtió en un factor de fuerte caracterización, que llegó, al menos, hasta el siglo XVI. Ahí está el fenómeno mudéjar...
En Italia, la situación era muy diferente, aunque algunos eruditos fuercen relaciones de paralelismo a partir de la integración de Sicilia entre los territorios islámicos durante algo más de doscientos años (827-1072). Sería absurdo negar las relaciones entre la Sicilia islámica y el sur de Italia, pero la situación era muy diferente a la de la península occidental, entre otras razones porque las raíces helenísticas, especialmente fuertes en Italia, debían estar aún muy vivas.
En esa caracterización le corresponde un papel muy relevante a los años durante los que el sur de Italia dio continuidad a su muy arraigado componente griego, materializado a partir del siglo VI a.C. Y tal vez desde esa circunstancia sí se puede hablar de paralelismo entre las dos penínsulas pero teniendo en cuenta que los 1500 años de interrelación cultural, que en "España" estuvo dominado por el Islam, en el sur de Italia lo estuvo por "los griegos", que al menos desde el siglo V ya eran "bizantinos", es decir, estaban integrados en un universo de enorme complejidad que, de acuerdo con los vientos históricos dominantes, había trasladado el centro político e institucional del "mundo desarrollado" hacia Oriente, a una ciudad de origen tracio situada estratégicamente entre Europa y Asia.
Frente a lo que sucedió en la península Ibérica. la presencia monacal griega en el sur de Italia fue muy activa durante la Alta Edad Media, tal y como aún acredita el nombre de una de las regiones (la Basilicata); ello engendró una situación cultural que se ha mantenido irregularmente hasta nuestros días: en una pequeña zona de la Apulia, en lo que se conoce como la Grecia Salentina, donde aún se habla el griko, un dialecto derivado de la lengua de Pericles.

Claustro de Santa Sofía de Benevento
Pero más allá de las anécdotas locales, la presencia cultural bizantina fue un factor muy relevante en amplias zonas de la península Italiana, entre las que deben ser destacadas Rávena, Venecia y alrededores (el Véneto, la región de Friuli-Venezia Giulia), la Apulia, la Calabria, la Basilicata, los alrededores de Nápoles y Benevento y, por supuesto, también Roma. A juzgar por los restos materiales conocidos, en estas regiones la implantación bizantina fue mucho más fuerte que en otras zonas nominalmente controladas por Justiniano en el norte de África y en la península Ibérica, donde han aparecido elementos aislados... de menor entidad. Pero incluso contando con los restos "problemáticos" del noroeste, los aparecidos en la península Ibérica son cuantitativa y cualitativamente muy inferiores a los proporcionados por algunas de las áreas italianas mencionadas, que se mantuvieron unidas a las autoridades civiles y eclesiásticas de Bizancio hasta los alrededores del año 1000.
A partir del "cisma de Oriente" (1054), esas zonas entraron en la dinámica propia del movimiento románico, pero con las cualidades reflejadas en las diferentes regiones italianas, donde, con frecuencia, el término "románico" encaja mal. Los edificios de la Toscana, de Lombardía, de los alrededores de Roma, de la Apulia, en sus respectivas concepciones estructurales y ornamentales, dependen mucho más de las tradiciones helenísticas que de las "aportaciones" de los monjes benedictinos.
En todo caso, desde los asuntos de "mi negociado", me interesa enfatizar que a partir del "Cisma de Oriente",  en las diócesis italianas se planteó de modo más o menos claro la conveniencia de evitar toda relación con las iglesias vinculadas orgánicamente al patriarca de Constantinopla. Y ello se tradujo en un proceso que supuso la desaparición casi total de las edificaciones patrocinadas por las autoridades bizantinas de los siglos V y VI, que fueron empleadas como almacenes de materiales de construcción. Obviamente, el cambio ritual implicaba necesidades nuevas, para las que acaso no estuvieran capacitadas las anteriores, especialmente, si eran de dimensiones reducidas, como las que han llegado a nuestros días en las tierras griegas.

San Nicolás de Bari, interior
Es muy probable que esa vinculación se mantuviera incluso por encima de los cambios institucionales durante el siglo XI, pero ese asunto ya escapa de mis preocupaciones en la redacción de este texto. Para él, contando incluso con casos tan peculiaries como Santa Sofía de Benevento, de la que me ocuparé en otro momento, me basta con indicar al lector que, desde los datos históricos conocidos, el territorio de la antigua "Magna Grecia" mantenía vínculos estables con la raíz griega, es decir, con el nuevo centro de generación cultural situado en Constantinopla, al menos hasta ese siglo. Muy probablemente, conocidas las peripecias de los ostrogodos, que durante algunos años quebraron la continuidad sociocultural, esa vinculación alcanzaría un punto de máxima materialización en tiempos de Justiniano, cuando acaso muchas personas creyeran que cabía revertir la crisis asociada a las invasiones. Y para ello, personajes como Procopio de Cesarea, tuvieron claro que la unidad política debía estar cimentada sobre una unidad religiosa impuesta de modo más o menos enérgico.

Los capiteles bizantinos

Desde los pocos edificios que han llegado a nuestros días —contando con los restos arqueológicos—, es difícil hablar de tipologías arquitectónicas específicas para los años de la expansión de Justiniano y sus herederos.Basta echar un vistazo a la síntesis ofrecida por André Grabar para comprobar que los "arquitectos" bizantinos afrontaron empresas de muy variada naturaleza, en evolución continua con las fórmulas romanas. Se emplearon plantas centrales, sistemas basilicales, conjuntos arquitectónicos de gran complejidad; cabeceras simples y complejas, etc.. No sucede lo mismo con la ornamentación arquitectónica y, muy especialmente, con los capiteles, que han llegado a nuestros días en gran cantidad, por lo general y salvando los pocos pero monumentales casos de Estambul, Salónica y Rávena, asociados a edificaciones de otras épocas. Los elementos arquitectónicos de época bizantina responde a un conjunto complejo pero de variedades tipológicas perfectamente definidas, relativamente difíciles de ordenar dada la entidad de las reutilizaciones.
Pero la implacable dinámica del proceso histórico alteró las circunstancias con rapidez y pocos años después de su construcción, los edificios religiosos de la época de Justiniano sirvieron de cantera para iniciativas de cualidades y objetivos diversos: se emplearon capiteles de los siglos V y VI para construir murallas (Estambul), para hacer rellenos, para construir pavimentos (Estambul y Révena), para construir mezquitas (norte de África y península Ibérica) y, desde luego, para decorar iglesias cristianas.
A partir de los restos contextualizados, en 1936 Kautzsch planteó una sistematización que, a mi juicio, aún mantiene cierta operatividad: Kapitellstudien. Beiträge zu einer Geschichte des spätantiken Kapitells im Osten vom vierten bis ins siebente Jahrhundert, Studien zur spätantiken Kunstgeschichte; Band 9, Berlin 1936. Desde entonces se ha procurado completar el rompecabezas no siempre con fortuna dado que durante el llamado "Renacimiento Bizantino" (Renacimiento Macedonio) (867–1025) surgió una corriente muy sólida empeñada en recuperar el lenguaje estético de Justiniano y ello complica la situación, sobre todo, en las zonas donde ese renacimiento se materializó...

EMA025, capitel sin volutas interiores del Museo Arqueológico de Estambul, s. V, VI
Los capiteles sin volutas interiores

La modalidad estructural de "capiteles sin volutas interiores", acotada por Kautzsch (78, 100, 103, 112. etc, de Egipto; 159, 162, etc. de Constantinopla; etc.), está documentada en todas las áreas de implantación bizantina con variaciones de entidad diversa. Entre las variedades más repetidas se encuentra la representada por el capitel de la imagen adjunta del museo de Estambul (EMA025) y que ofrece la estructura tipologica de Kautzsch, con "acantos" de un perfil definido mediante folíolos directamente derivados de los asiáticos, modelados con biseles y con digitación curvada hacia el interior para definir un ovoide grande que permite crear un haz de hojas cortas adosadas de perfil característico. Kramer y Peschlow, estudiando los capiteles reutilizados de San Marcos de Venecia, aún los situaban entre los siglos V y VI. Hay capiteles de ese tipo, por supuesto, en Venecia, en Rávena, en Estambul, en El Cairo, en Cairuán, en la costa croata...

BSNI03, capitel sin volutas interiores de la fachada de San Nicolás de Bari.
En San Nicolás de Bari y entre un conjunto muy numeroso de capiteles reutilizados repartidos entre la fachada, las naves y la cripta; entre ellos destacan unos cuantos de esta variedad estructural y entre ellos, una decena con peculiaridades próximas a cuatro de San Cebrián de Mazote e, indirectamente, a unos cuantos más. Son capiteles en los que se aprecia con claridad la relación con los ejemplares de tipo "corintio-asiáticos", con diferencias volumétricas sensibles, por ejemplo, en la práctica desaparición de la referencia al kalathos, apenas aludido por protuberancias dispuestas bajo las cartelas que, en unos casos, se aproximan a la superficie cilíndrica y en otros a un abultamiento sin forma geométrica irregular. La superficie del cesto está cubierta con dos coronas de hojas de concepción afín y acantos muy peculiares, caracterizados por folíolos alargados (no tan alargados como los habituales en Siria durante la misma época), que determinan palmas muy abiertas con zona axial de gran anchura y definida mediante incisiones abiertas por la parte inferior. Las coronas se adhieren a un cesto sensiblemente cilíndrico en la zona del primer orden y troncocónico en la parte superior, mediante un relieve de escasa carnosidad pero de cierto volumen.
En el cuerpo superior las volutas externas están representadas con escaso volumen aunque se aprecian con claridad, de modo que se distinguen fórmulas específicas en cada capitel. Los hay con volutas que definen un arco de curvatura suave; en otro están definidas mediante bandas definidas mediante un arranque a 45 º y un desarrollo tangente al ábaco, casi horizontal. Como el resto de sus compañeros, no tienen "conjunto axial" y apenas ofrecen una protuberancia con carácter de "cartela" semicircular en el eje del ábaco. Éste presenta escasa concavidad  y frente liso en unos casos y con incisión de escasa entidad en otros, pero no cuentan con molduraciones complejas como las habituales durante los siglos anteriores e, incluso, en algunos capiteles de similar ubicación cronológica y cultural. En Santa Sofía de Estambul son frecuente los capiteles con ábaco moldurado en su frente, incluso, con cierto barroquismo.

Capitel ESS023 sin volutas interiores del recinto de Santa Sofía, Estambul 
Aunque proporcionalmente no son muy abundantes los capiteles sin volutas interiores con ese tipo de acanto, tengo documentado uno algo erosionado que se muestra en la zona arqueológica anexa a Santa Sofía de Estambul; supongo que habrá bastantes más...

BSNI05, capitel sin volutas interiores de la fachada de San Nicolás de Bari
Los capiteles de este conjunto se distinguen de los Mazote por varios detalles de significación relativa. El primero y más llamativo: los capiteles de Mazone cuentan con estructura similar a los de Bari en su parte superior pero está recubiertos con coronas de hojas en la parte inferior distintas y definidas mediante "toques" de trépano de cabeza cónica en la anulación obtenida por la "digitación" corta; ese detalle que también aparece en otros capiteles de Mazote y que apunta en la dirección de un bloque de cierta homogeneidad cultural en el noroeste de la península Ibérica, no aparece en los capiteles del mismo grupo que conozco. Sin embargo, es importante indicar que en alguno de ellos aparecen "toques" de trépano comparables pero para definir ojales más convencionales (BSNI08).
También merece ser destacado que entre  los no hispanos se aprecia una configuración diferente de la protuberancia que ocupa el eje del ábaco, de planta semicircular; los de Mazote poseen cartelas, según fórmula habitual en otras modalidades bizantinas. No obstante, a pesar de esa diferencia, los motivos ornamentales empleados definen un conjunto bastante homogéneo.
Los de Bari carecen de collarino laureado (o doblemente sogueado). Aunque ciertas modalidades de capiteles bizantinos (los compuestos teodosianos, muchas variedades de capitel-imposta, etc) cuentan con collarino, sólo he localizado algún capitel suelto de tipo estructural diferente con peculiaridades similares a los de la diócesis de Astorga: uno que, según creo, está en las Termas de Diocleciano en Roma; otro "de dos zonas", del museo Copto de El Cairo (Kautzsch, 523). uno más de Santa Sofía, asimismo "de dos zonas" y algún otro de paralelismo más forzado. En el Museo arqueológico de Rávena existe un capitel compuesto con acanto "finamente dentado" (Kautzsch) que en el límite del cesto tiene una banda lisa y sobre ella, un sogueado o escamado simple.
Sin embargo, en la arquitectura bizantina son comunes los astrágalos sogueados dispuestos en la parte superior de los fustes, justo en el punto de conexión con el capitel.
Por último, también es notorio que en algunos capiteles de la serie de Bari aparecen volutas de sección casi rectangular, para definir una variedad diferente de la Mazote, puesto que los cuatro de esta pequeña iglesia son menos "prismáticos" más similares a los BSNI03 y BSNI05.

Capiteles sin volutas interiores de San Nicolás de Bari, BSNI08 y SNBI09
BSNI12, capitel sin volutas interiores de San Nicolás de Bari.
Capitel sin volutas interiores de San Cebrián de Mazote, VMZ04
Capitel sin volutas interiores de San Cebrián de Mazote VMZ24
Interior de San Cebrián de Mazote. Detalle del arranque de las arquerías.
Capitel sin volutas interiores de San Cebrián de Mazote, VMZ05
Capitel sin volutas interiores de San Cebrián de Mazote, VMZ25
Sobre lo ya mencionado en otras entradas, merece seer destacada la contextualización estructural de los capiteles de Bari, muy diferente a la de los de Mazote. Aunque es notoria la reutilización, en San Nicolás se han empleado los capiteles bizantinos en un contexto inmediato próximo a los ábacos característicos de la arquitectura bizantina e, incluso, aparecen elementos que hacen pensar en los "ábacos ampliados" mencionados en una pieza (VMZ03) de cualidades formales individualizadas respecto de los de esta "familia". La imagen adjunta del capitel BSNIC27, de concepción similar a los anteriores pero con un único orden de hojas, puede ilustrar esa circunstancia: todos los capiteles de la cripta soportan cimacios de gran desarrollo que, en su unión con ellos marcan una protuberancia cuadrada que se podría entender como prolongación del ábaco.

Capitel sin volutas interiores con un único orden de hojas en el cesto de la Cripta de San Nicolás de Bari, BSNIC27
San Niciolás de Bari. Conjunto compuesto por un capitel sin volutas interiores (BSNI14), el fragmento de otro (BSNI15) y un tercero con tres órdenes de hojas (BSNI16) 
Sorprende que en el proceso de reutilización y en una edificación de grandes pretensiones como la basílica de San Nicolás los constructores recurrieran a fórmulas como la acreditada por la yuxtaposición de los SBNI14 Y SBNI15 para componer un capitel con tres órdenes de hojas, similar a otros empleados en contexto cultural afín. De hecho, el capitel SNB16, seguramente realizado durante el siglo VI, ofrece una estructura similar a algunos del conjunto de Santa María de Lebeña, que algunos autores han interpretado como piezas evolucionadas derivadas de los modelos más repetidos de Escalada. Este capitel de Bari, similar a otro dispuesto simétricamente, nos pone sobre la pista de que los de tres coronas de hojas sean una variedad relativamente común en la arquitectura bizantina del siglo VI. De hecho, los dos capiteles citados apenas se distinguen de los de Santa María de Lebeña por el desarrollo del ornato vegetal asociado a las volutas y por la carencia en los cántabros de los ojales con forma de triángulos alargados de los de Bari.

Capiteles BSNI18 Y BSNI19
Capitel de Santa María de Lebeña
¿Cómo entender una relación tan clara entre capiteles de San Nicolás de Bari y los conjuntos de Mazote y Lebeña? Desde mis tesis, la solución es sencilla, aunque, en cierto modo, sorprendente.

Por no extenderme más en una entrada que, según dicen quienes saben, sobrepasa en mucho los límites de los textos para blogs, pero siguiendo las indicaciones de cierto erudito aficionado a "los cebos", ofrezco en la imagen adjunta la fotografía de un capitel de los "jardines arqueológicos" inmediatos a Santa Sofía de Estambul, con series de folíolos de concepción comparable a otros aparecidos en la península Ibérica;  y con grueso collarino sogueado...

Capitel ESS226

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