jueves, 28 de diciembre de 2017

"Espanya té un pollastre de collons"

Sí señor. No cabía hacer una valoración más acertada, ponderada y precisa: "Espanya té un pollastre de collons"; Puigdemont dixit. No creo posible concentrar en una frase lapidaria y de inclinación eminentemente expresiva tanta "verdad" política. La partida de ajedrez que enfrentaba a un registrador de la propiedad, asesorado por una legión de pensadores conservadores, contra quienes tienen capacidad para anticipar dos o tres movimientos, ha culminado donde era previsible. Por suerte o por desgracia, la intervención de otros "asesores" ha propiciado una situación que, tal vez, permita la opción de conseguir tablas por "rey ahogado"; y no, aunque el lector imagine lo contrario, el juicio no es sólo una grosera figura republicana...
Llegados a la situación del gráfico adjunto, si el jugador negro no tiene cuidado —tal y como sucedió realmente en la partida entre Vladimir Kanjuh y Stefan Indjic—, el blanco pudiera sacrificar la reina y dar la vuelta a un panorama que, un movimiento antes, pareciera muy desfavorable para sus intereses. En tan apurada contingencia, cambiar una derrota por tabas por "ahogamiento" del rey blanco podría interpretarse como una "victoria sensacional".

Vladimir Kanjuh contra Stefan Indjic, Belgrado, 20/08/2005; tomado de mundoajedrez
Las elecciones catalanas han certificado que la apuesta del señor Rajoy, seguramente asesorado por sociólogos de la misma escuela que los estrategas de Podemos, por conseguir un "cambio de actitud" de los sectores "independentistas", mediante el laminado de los medios de comunicación, la respuesta firme de Europa y los movimientos empresariales, ha culminado en una situación tan compleja como la que había antes de la aplicación del 155. C's gana, el PSC apenas crece un escaño, el PP se convierte en una fuerza política residual, los de la CUP se quedan sin soporte social, los de Podemos pierden capacidad de arbitraje... pero las fuerzas nacionalistas continúan siendo mayoría absoluta.
Lo que más me irrita es que con esta configuración se han disuelto las pocas posibilidades que había de que en España se pueda aplicar una política "diferente" a corto y medio plazo; seguramente, dentro de cien años las cosas cambien...Intentaré explicarme:
1. La pérdida de votos en Cataluña del PP, muy probablemente, se vea compensada con generosidad en "el resto" de España.
2. Mucho más probablemente, la suma de escaños entre PP y C's servirá para justificar un gobierno de coalición entre éstos, a los que "deberá" sumarse de algún modo el PSOE, "recuperado" gracias la torpeza de los "líderes podemitas". De nuevo, se advierte en el horizonte la figura de la "gran colación" que tanto preconizan los del IBEX'35 y, por supuesto, los medios de comunicación.
3. En este panorama, los ideólogos de Podemos —podemos, ¿qué podemos?— pueden estar satisfechos... La estrategia supuestamente concebida para sintonizar con los sectores progresistas catalanes parece no haber funcionado bien; tal vez, porque el control de aparato es incompatible con abrir las puertas a quienes ven el asunto "de otra manera". No me apetece entrar en un análisis que sería reiterativo.De todas formas, veremos cómo se interpreta la "apuesta por el árbitro" en el "resto de España", pero sospecho que somos legión quienes contemplamos el espectáculo con perplejidad. En pocos años han conseguido lo que, contemplado con poca imaginación, pudiera interpretarse como objetivo prioritario: montar un chiringuito de poder perfectamente consolidado. De no ser así, no se comprendiera tanta torpeza en el tratamiento de los intereses mayoritarios y tanta "empeño" en controlar el aparato... En suma, tantas decisiones "estratégicas" de sabor rancio os acercan a conseguir "los éxitos electorales" del señor Anguita.
4. En definitiva, por conseguir estabilidad política para España, hemos convertido el Estado español en un prodigio de inestabilidad estructural, comparable a la que alucinara a míster Witt en el Cantón de Cartagena, cuando buena parte de los habitantes del la ciudad murciana, entre sangre y fuego, vivieron un breve sueño federalista (1873-1874).



Es lugar común durante estos días emitirse a los tiempos de la Segunda República para encontrar el sesudo juicio de Ortega y Gasset, que valoraba el "problema catalán" como un problemoide:

"Digo, pues, que el problema catalán es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar; que es un problema perpetuo, que ha sido siempre, antes de que existiese la unidad peninsular y seguirá siendo mientras España subsista; que es un problema perpetuo, y que a fuer de tal, repito, sólo se puede conllevar.
(...)
el problema catalán es un caso corriente de lo que se llama nacionalismo particularista.
(...)
¿Qué es el nacionalismo particularista? Es un sentimiento de dintorno vago, de intensidad variable, pero de tendencia sumamente clara, que se apodera de un pueblo o colectividad y le hace desear ardientemente vivir aparte de los demás pueblos o colectividades. Mientras éstos anhelan lo contrario, a saber: adscribirse, integrarse, fundirse en una gran unidad histórica, en esa radical comunidad de destino que es una gran nación, esos otros pueblos sienten, por una misteriosa y fatal predisposición, el afán de quedar fuera, exentos, señeros, intactos de toda fusión, reclusos y absortos dentro de sí mismos."

Asunto resuelto: la causa está en una "misteriosa y fatal predisposición", que como dolencia de transmisión genética, afecta a quienes nacen en el noreste de la península Ibérica. Según el propio Ortega, los demás españoles estaríamos "poseídos por el formidable afán de ser españoles, de formar una gran nación y disolvernos en ella. Por eso, de la pluralidad de pueblos dispersos que había en la Península, se ha formado esta España compacta." ¿España compacta? Qué cosas tienen los pensadores conservadores... ¿Pensadores conservadores? Oximorón sensu stricto, aunque los de hace ochenta años eran más interesantes, tal vez, porque habían leído a un Husserl que, para muchos, continúa siendo referencia de "rabiosa actualidad".
Estanislao Figueras i Moragas. La Ilustración Española y Americana, 1882
Cuentan que, un mes antes de que comenzaran los incidentes "estrafalarios" de Cartagena, Estanislao Figueras i Moragas, presidente de la Primera República, en el Consejo de Ministros del 9 de junio de 1873, se puso en pie y harto de soportar gilipolleces de unos y otros —la  Primera República contempló un número infinito de situaciones esperpénticas—, dijo: "Senyors, ja no aguanto més. Vaig a ser-los franc: estic fins als collons de tots nosaltres!". Salió de la sala y al día siguiente tomó el tren en dirección a Francia: seguramente necesitaba la brisa del nuevo sentido común sedimentado por  los fenómenos allí acaecidos durante los cien convulsos años anteriores...

De regreso al actual "problemoide" catalán, ¿imagina alguien la posibilidad de ofrecer un cambio constitucional de cierto calado para dejar la partida en tablas? Algo se dijo hace tiempo en ciertos ambientes de cierto arraigo popular; sin embargo, quienes podrían mantener la propuesta parecen haberlo olvidado, cuando menos en la praxis del día a día, y sólo de vez en cuando mencionan su un "probado republicanismo" de guardarropía.
Espanya té un pollastre de collonsDes de quan? Según cierto historiador,, todo empezó con los Reyes Católicos. Según otro, el punto de inflexión respecto de la dinámica europea coincide con el desenlace de las Guerras Napoleónicas y la "restauración" de Fernando VII en 1814. Y otro más, de formación académica dudosa, más partidario de Russell que de Kant, sitúa el comienzo del caos en tiempos de Abderramán III, quien no fue capaz de proporcionar cohesión al califato cordobés para no perder prerrogativas: sólo consiguió que los "príncipes levantiscos" se adocenaran y perdieran sus veleidades centrífugas durante un breve período de tiempo, en la molicie de Medina Azahra. Recuerde el lector que a la caída del Califato, siguieron los Reinos de Taifas y que los fenómenos "divergentes" se manifestaron, desde entonces, con implacable periodicidad. Olvidados los de Alándalus y del epigonismo medieval, aún quedarían los sucesos del siglo XVII, cuando hasta Andalucía pretendió ser independiente; y por supuesto, los del XVIII y los de finales del XIX, que culminaron en la crisis del 98.
Si aplicamos la "lógica" de que las excepciones pueden confirmar las reglas, pudiera ser que esta inestabilidad estructural fuera uno de nuestros rasgos de identidad como "nación". Creo que por ahí van ciertas ideas de Giles Tremlett, que se ha sumado a la irregular tropa de hispanistas británicos mejor o peor informados. Sea como fuere, parece indiscutible que, desde hace muchos años, Espanya té un pollastre de collons. Y tiene gracia que, excusándonos ante la elocuencia magistral de los hispanistas británicos,  sean precisamente políticos catalanes quienes, expresándose en su propia lengua y desde su manifiesta capacidad para colorear la situación política, tangan mayor precisión a la hora de peritarlo.
En un panorama tan tenebroso, sin embargo, aún me parece vislumbrar una posibilidad para salir de un castigo infernal y cíclico similar al que Zeus aplicó a Ixión por haber seducido a Hera. Contra la opinión del señor Wert y muchos magnates del extremo centro, a lo mejor, la solución pasa por "catalanizar" al "resto de España": sería como empatar un partida casi perdida forzando la inmovilización del rey propio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario